Durante la maduración del organismo han sido descritos periodos críticos, o lo que es lo mismo, “ventanas de vulnerabilidad”, en las que el individuo, y más particularmente su cerebro, están en pleno desarrollo y durante los cuales ciertas influencias tanto ambientales como farmacológicas pueden provocar cambios neuroendocrinos y conductuales a largo plazo. Por ejemplo, la separación o el abandono por parte de los progenitores, el estrés social, la presencia de abusos físicos o sexuales, o el consumo abusivo de drogas en determinadas etapas de la vida se relacionan con la aparición de alteraciones del desarrollo de varios sistemas neurobiológicos y pueden ser la causa de alteraciones estructurales y funcionales a largo plazo en el cerebro tanto en los seres humanos como en los animales. Uno de los modelos animales mejor estudiados de estrés en etapas tempranas de la vida es la separación materna temprana (SM) que consiste en separar a la madre de sus crías durante 24 horas a día postnatal (DP) 9 y que ha sido intensamente caracterizado en nuestro grupo. Sin embargo, y en contraste con otros modelos de estrés perinatal temprano, no existe apenas información sobre las posibles alteraciones que pueda producir este modelo de SM sobre los efectos de las drogas de abuso a largo plazo...
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