La Enfermedad de Parkinson es un trastorno neuroprogesivo, degenerativo que para el año 2016 afectaba a 6,1 millones de personas. Esta entidad se caracteriza por la presencia de síntomas motores, trastornos neuropsiquiátricos y desórdenes autonómicos, estos dos últimos son a veces más invalidantes que la afectación motora. Para su evaluación existen diferentes herramientas que han sido aprobadas por la Parkinson`s Disease and Movement Disorders Society, la entidad rectora mundial para los desórdenes del movimiento. Cada una de éstas se centra en un determinado dominio y la importancia que se dé a cada uno de estos problemas depende del juicio subjetivo del evaluador. Esta aproximación evaluativa parcelar, impide que de una manera objetiva se pueda realizar una aproximación integral y holística al grado de afectación del paciente. Por ello se diseñó esta investigación, con el objetivo de que, mediante un algoritmo matemático, como es el Escalamiento Óptimo se pondere 10 dimensiones de suma importancia a la hora de examinar a un enfermo con Parkinson y se construya el Índice de Gravedad de la Enfermedad de Parkinson -IGEP-; se tomó en cuenta la edad, el grado de afectación motora, la ansiedad, la depresión, el estado cognitivo, la apatía, la fatiga, los síntomas no motores diferentes a los evaluados, las complicaciones psiquiátricas, los trastornos del sueño. Además, se estableció el estado de su calidad de vida, el estadiaje de la enfermedad, la complicación para las actividades de la vida diaria y la impresión clínica de severidad. En vista de que la escala a construirse no tenía otra para su comparación, mediante la Metodología Delphi, y con las mismas dimensiones, se construyó el Índice Evaluativo Lineal - IEL-. En este caso un panel de 25 expertos internacionales gradó la importancia y el peso de cada una de las dimensiones. Junto a los estadísticos descriptivos de los datos demográficos, se analizó la calidad y aceptabilidad de los datos, la confiablidad: el índice de homogeneidad de los ítems, el alfa de Cronbach y el error estándar de la medición. Además, la validez convergente y para grupos conocidos. En total se examinó a 120 enfermos, con una media de edad de 68,5 años y 9 de enfermedad. Setenta y cuatro se encontraban en el estadio III de la enfermedad (según Hoehn and Yahr). Los resultados más destacados se presentan primero para el IGEP y luego para el ILE. El índice de homogeneidad de los ítems fue de 0,36 para ambas herramientas; el error estándar de la medición fue del 0,78 y 0,42 respectivamente; el alfa de Cronbach alcanzó 0,71 y 0,69 para cada una. Al analizar la matriz de correlaciones en el IEL se observó correlaciones moderadas con la Apatía (0,5), con la Fatiga (0,47) y con la dimensión motora (0,43); mientras que en el IGEP se correlación con la Ansiedad con un valor de (0,512) y con la Fatiga de (0,464). Con la calidad de vida, los valores de la correlación fueron de 0,69 y 0,66 para el IGEP y el ILE. La validez para grupos conocidos fue significativa para todas las dimensiones con excepción de la psicosis, que es un hecho conocido por otros investigadores. Cuando analizamos las correlaciones de las diez dimensiones de ambas herramientas, encontramos que para todas las correlaciones los valores fueron superiores a 0,9 es decir altas, lo cual nos indica que ambas herramientas, pese a su metodología constructiva diferente apuntan de una manera muy sólida en la misma dirección. En conclusión, ambas herramientas que evalúan de manera integral y holística a los enfermos con Parkinson demostraron solidez en las propiedades métricas y se ha excluido la carga subjetiva del evaluador. Y ese el aporte de la presente investigación.
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