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La ira en las artes marciales

  • Autores: Jorge Carlos Lafuente Fernández
  • Directores de la Tesis: Carlos Gutiérrez García (dir. tes.), Marta Zubiaur González (dir. tes.)
  • Lectura: En la Universidad de León ( España ) en 2024
  • Idioma: español
  • Número de páginas: 96
  • Títulos paralelos:
    • Anger in martial arts
  • Tribunal Calificador de la Tesis: Olga Molinero González (presid.), Roberto Ruiz Barquín (secret.), George Jennings (voc.)
  • Programa de doctorado: Programa de Doctorado en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte por la Universidad de León
  • Enlaces
    • Tesis en acceso abierto en: BULERIA
  • Resumen
    • español

      Tradicionalmente, las artes marciales y los deportes de combate (AMyDC) han sido analizados desde diferentes puntos de vista. Por un lado, como prácticas cuyo objetivo es causar daño a otra persona. Así, los practicantes de AMyDC emplean diferentes técnicas, potencialmente peligrosas, dependiendo del estilo de AMyDC, el contexto y sus características (Green & Svinth, 2010), lo que en ocasiones ha hecho que hayan sido vistas como personas violentas. Por otro lado, se las ha asociado con aspectos psicológicos positivos.

      En este sentido, el daño que estas técnicas pueden infringir al oponente, que exigen a sus practicantes tener altos niveles de auto-regulación y el respeto por los demás, ha llevado a la creencia positiva de que pueden “forjar el carácter”, siendo habitualmente recomendada para los niños y jóvenes con el objetivo de desarrollar aspectos positivos en las dimensiones física, psicológica y socioafectiva (Tadesse, 2015). En niños, al igual que en adultos, las AMyDC se han asociado al control de emociones negativas – como la ira –, aunque no existen evidencias concluyentes de efectos socio-psicológicos positivos derivados de su práctica (Vertonghen & Theeboom, 2010).

      El objetivo de la presente tesis doctoral es estudiar la relación entre la práctica de AMyDC y la emoción de ira. Para conseguir esto, se plantearon cinco estudios, en los que se desarrollaron diferentes metodologías en función del estudio planteado. El primer estudio fue una revisión sistemática, cuyo objetivo fue analizar la evidencia de los efectos de la participación de las AMyDC en la ira y la agresión. Se siguió el protocolo PRISMA y se estudiaron las variables: tipo de estudio y objetivos; muestra, intervenciones y procedimientos; mediciones y resultados. Se seleccionaron nueve estudios (tres estudios de cohorte y seis ensayos controlados aleatorios) para su inclusión. La evidencia disponible señala, en general, que no hay relación entre la práctica de AMyDC y los niveles de ira y agresividad. Sin embargo, las artes marciales tradicionales podrían ser efectivas para disminuir los niveles de ira. Además, se observa que la población adulta y los jóvenes con problemas de comportamiento muestran una respuesta positiva al trabajo con artes marciales. Se debería ser prudente con estos resultados debido a que el volumen de estudios y la calidad metodológica de la mayoría de ellos no fue óptima, si bien se señaló el potencial de las artes marciales tradicionales para la disminución de la ira.

      El segundo estudio realizado de corte cuantitativo, tuvo como objetivo comparar los niveles de ira de practicantes de AMyDC en función de la edad, el nivel educativo, la experiencia y el estilo de AMyDC practicado. Participaron 195 practicantes adultos de seis AMyDC populares: judo, jiu-jitsu brasileño, artes marciales mixtas, aikido, muay thai y karate que realizaron el Inventario de Expresión de Ira Estado-Rasgo-2 (STAXI-2). Se encontraron diferencias en la escala de expresión de ira con respecto a la edad, donde los resultados más bajos fueron obtenidos por los practicantes menos jóvenes. Por otro lado, también se encontraron diferencias significativas y de tamaño pequeño en la escala de rasgo de ira y la subescala reacción de ira según el estilo, obteniendo el grupo de aikido las puntuaciones más bajas y el grupo de muay thai las más altas. Estos resultados no permitieron señalar claramente un estilo u estilos de AMyDC con mayor potencial para la disminución de los niveles de ira.

      El tercer estudio se desarrolló durante un período de seis meses, para abordar un problema al que los estudios transversales no pueden responder, esto es, si la práctica de AMyDC aumenta o disminuye los niveles de ira de sus practicantes. Participaron 82 niños/as, divididos en grupos control y experimental (karate y judo). Se realizó un estudio de cohorte, en el cual, las personas encargadas de la intervención no recibieron ninguna indicación. Se utilizó el Inventario de Expresión de Ira Estado-Rasgo para Niños y Adolescentes (STAXI-NA). Aunque se encontraron diferencias significativas entre las pruebas previas de expresión de ira del grupo control y experimental y entre las pruebas previas y posteriores de expresión de ira del grupo de kárate, los resultados globales muestran que el entrenamiento de AMyDC en clubs deportivos no tiene efectos sobre los niveles de ira de sus practicantes.

      En el cuarto estudio se diseñó una investigación cualitativa dirigida a jóvenes en riesgo de exclusión social y se implementaron algunas de las estrategias propias de las artes marciales tradicionales según los resultados de los estudios anteriores. Se plantearon como objetivos analizar los efectos de una intervención de artes marciales sobre las actitudes hacia la violencia y señalar estrategias pedagógicas útiles en este tipo de programas.

      Siete menores participaron en 15 sesiones a lo largo de ocho semanas. Se utilizaron como instrumentos para la recogida de datos, la entrevista individual, el grupo de discusión y el diario de seguimiento del profesor. Se observó una disminución de las actitudes hacia la violencia de los alumnos que realizaron la intervención, señalando además como estrategias pedagógicas eficaces: el contacto físico, los juegos con momentos de calma, la figura del encargado y la etiqueta.

      Por último, en el quinto estudio se utilizó también una metodología cualitativa. En este se utilizaron diferentes estrategias habituales de las artes marciales tradicionales para verificar si es posible extrapolar los beneficios de estas a una población general. Se plantearon como objetivos conocer la evolución de la emoción de ira en el alumnado y señalar las estrategias utilizadas que pudieron disminuir la ira. Se diseñó un estudio longitudinal durante ocho semanas con estudiantes universitarios. Participaron 70 alumnos realizando prácticas frecuentes en algunos estilos de AMyDC al principio de las sesiones de la asignatura de Expresión Corporal. Se obtuvo información a partir del grupo de discusión y el diario de seguimiento del profesor. El alumnado señala la experimentación en mayor medida de emociones positivas que negativas, como la ira. Se concluye que el uso de la música, los movimientos lentos, las prácticas de respiración, de silencio y de meditación, fueron percibidas como estrategias positivas para la disminución de la ira.

    • English

      Martial arts and combat sports (MA&CS) have been analysed from various perspectives.

      They have been viewed, as violent practices, aimed at causing harm to others, but they have also been associated with positive psychological aspects. Practitioners of MA&CS employ a variety of potentially dangerous techniques, depending on the style of MA&CS, the context, and its characteristics (Green & Svinth, 2010), which has sometimes led them to be seen as violent. On the other hand, the harm that these techniques can inflict on an opponent, the high levels of self-regulation, and respect for others has led to the positive belief that they can ‘build character’, and they are commonly recommended for children and young people in order to develop positive aspects in the physical, psychological and socio-affective dimensions (Tadesse, 2015). In children, as with adults, MA&CS has been associated with control of negative emotions - such as anger - although there is no conclusive evidence that practicing MA&CS has positive social-psychological effects (Vertonghen & Theeboom, 2010).

      The aim of this doctoral thesis was to study the relationship between the practice of MA&CS and the emotion of anger. To achieve this, five studies were undertaken, in using different methodologies depending on the study. The first study was a systematic review, the aim of which was to analyse the evidence of the effects of engaging in MA&CS on anger and aggression. The PRISMA protocol was followed and the variables examined were: type of study and objectives; sample, interventions and procedures; measurements and outcomes. Nine studies (three cohort studies and six randomised controlled trials) were selected for inclusion. The review indicated that there was generally no relationship between the practice of MA&CS and levels of anger and aggression. However, traditional martial arts could be effective in decreasing anger levels. Furthermore, the adult population and young people with behavioural problems demonstrated a positive response to martial arts work. Caution should be exercised with these results because the volume of studies was small and most of them did not exhibit optimal methodological quality, although the potential of traditional martial arts for anger reduction was noted.

      The second—quantitative—study aimed to compare the levels of anger in MA&CS practitioners according to age, educational level, experience and style of MA&CS practiced.

      A total of 195 adult practitioners of six popular MA&CS: judo, Brazilian jiu-jitsu, mixed martial arts, aikido, muay Thai and karate completed the State Trait Anger Expression Inventory-2 (STAXI-2). Differences were found in the anger expression scale with respect to age, with the lowest scores from the oldest practitioners. On the other hand, there were also small significant differences in the trait anger scale and the anger reaction subscale according to style, with the aikido group having the lowest scores and the muay Thai group the highest. These results did not allow a clear indication of a style or styles of MA&CS with greater potential for reducing anger levels.

      The third study was conducted over a period of six months to address a problem that cross-sectional studies cannot answer; whether the practice of MA&CS increases or decreases its practitioners’ anger levels. Eighty-two children participated, divided into control and experimental groups (karate and judo). A cohort study was carried out, in which the MA&CS instructors in charge of the intervention did not receive any specific training or guideline but just followed their regular instructional style. The R-State Anger Expression Inventory was used. Although significant differences were found between pre-test scores for anger expression in the control and experimental groups and between the pre-test and post-test scores for anger expression in the karate group, the overall results show that MA&CS training in sports clubs had no effect on practitioners’ anger levels.

      The fourth study was a qualitative study designed for young people at risk of social exclusion, implementing some of the strategies of traditional martial arts based on the results of the previous studies. The objectives were to analyse the effects of a martial arts intervention on attitudes towards violence and to identify useful pedagogical strategies in this type of program. Seven young people participated in 15 sessions over eight weeks.

      Data was collected via individual interview, focus group, and teacher’s follow-up diary.

      A decrease in attitudes towards violence was seen in the students who participated in the intervention, and effective pedagogical strategies were also noted: physical contact, engaging in games which included moments of calm, the figure of the instructor’s assistant, and etiquette.

      Finally, the fifth study also used a qualitative methodology. In this study, different strategies common to traditional martial arts were used to verify whether the benefits of these strategies could be extrapolated to a general population. The objectives were to determine the progression of the emotion of anger in the students and to identify strategies used that could reduce anger. A longitudinal study was designed for eight weeks with university students. Seventy students participated by performing frequent practices in some styles of MA&CS at the beginning of sessions in the Bodily Expression course.

      Information was obtained from a focus group and the teacher’s follow-up diary. Students reported experiencing more positive emotions than negative ones, such as anger. The use of music, slow movements, breathing practices, silence and meditation were perceived as positive strategies for anger reduction.


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