La música a lo largo de la historia ha sido concebida desde múltiples formas, entre otras, como elemento para la diversión o como forma de expresión cultural. Sin embargo, en los últimos años disciplinas que parecerían lejanas al arte como la neurociencia dan cuenta del poder de la emoción (Damasio, 2017) que produce la música para desencadenar procesos cognitivos de alto nivel como la atención, la codificación, la concentración y la motivación, inclusive...
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