La violencia contra los pueblos indígenas en Colombia ha sido histórica; sus historias de vida han tenido que ser contadas desde el infortunio del dolor, del miedo, de la rabia, de la incertidumbre, del desplazamiento, de la pérdida, de la desaparición, de la muerte. Las poblaciones crecen con la percepción de que el conflicto armado hace parte de la vida misma, no es ajeno, está inmerso en su cotidianidad y es ineludible. Los pueblos indígenas, vistos desde su particularidad, como en su colectividad, se desarrollan y ponen en juego sus realidades en contextos sociales, con características específicas, que determinan la salud mental y la calidad de vida. Es vital investigar cómo el conflicto armado afecta la salud mental y las condiciones de vida de los pueblos indígenas en situación de desplazamiento, partiendo de la comprensión de que el sujeto indígena desplazado se desarrolla en espacios y contextos generadores de malestar, malestar por el capitalismo y el consumismo excesivo, por su relación con la guerra que desmiembra familias enteras, por la pobreza y la imposibilidad de tener lo mínimo para vivir, donde el poder es utilizado para obligar y doblegar. El proyecto de investigación se desarrolla desde una perspectiva de salud mental que debe verse, entenderse, como parte de la vida colectiva de los sujetos indígenas y no como evento externo de la historia de ese sujeto. La salud mental es un elemento de la vida, es una construcción social (cambiante). En este sentido, la pregunta de investigación apunta a ¿Cuál es la relación existente entre el conflicto armado y la salud mental en pueblos indígenas Emberá en situación de desplazamiento forzado, cuáles son las narrativas que confluyen en dicha relación, cómo estas son entendidas, y de esta forma cuáles son las acciones más pertinentes para su intervención? Así, la investigación se desarrolla desde un método cualitativo empleando técnicas mixtas, basado en el pensamiento complejo , tomando elementos de la medicina social, de las posturas sistémicas –construccionistas, del pensamiento crítico, y de la fundamentación hermenéutica interpretativa, nutrida con elementos de la epistemología decolonial. Resultados, 1) si quisiéramos encontrar una categoría propia de la población Emberá para hablar de lo que desde occidente denominamos salud mental esa sería Sentirse Bien en una conexión intima con el Buen Vivir, se continúa pensando en un estado interno de bienestar que implica armonía y equilibrio con el contexto social. El nodo construido de estas dos categorías implican el todo. De esta manera, Sentirse Bien y el Buen Vivir son elementos cruciales en la vida de la población indígena, es una construcción social, donde está inmersa la familia, el colectivo, la cultura, el territorio y los aconteceres diarios e históricos; 2) el conflicto armado es un mecanismo que fuerza a la población indígena Emberá a desplazarse a escenarios desconocidos y violentos los cuales afectan en conjunto el Sentirse Bien y el Buen Vivir, además de sus condiciones y calidad de vida y; 3) en la actualidad la población indígena Emberá no se siente bien y no vive bien, en la actualidad la población es víctima de dos tipos de violencia: la causada por la guerra y la vivida en la ciudad, ambas rodeadas por la pobreza. Conclusiones, en la actualidad no existen intervenciones en “salud mental” culturalmente apropiadas y coherentes a las necesidades de la población indígena Emberá que puedan propiciar cambios estructurales positivos y significativos en el sujeto y su comunidad. Ahora bien, si se quiere proteger, promover, restaurar la "salud mental" de los sujetos Emberá en situación de desplazamiento, lo pertinente y necesario, es garantizar organización propia, acceso al territorio y al ejercicio del poder allí, para que puedan trabajar y vivir en comunidad, satisfaciendo a su modo las necesidades básicas. El Estado es el mayor ausente y es quien debe contribuir al desarrollo de intervenciones culturalmente apropiadas.
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