En el transcurso de mi formación académica musical, pude percibir dos caminos relacionados a la composición. El primero se conecta con la juventud incipiente, impulsiva e ingenua, concerniente al mundo salvaje, aunque siempre con cierto sometimiento, del instinto: “se compone lo que se siente”, dejando en manos de la casualidad del momento, la levedad de la memoria musical y la cultura inevitable y presuntamente heredada; el material y su mecánica para procesarlo. En el segundo en cambio, se establece una base (pre)compositiva donde se genera(n) la(s) célula(s) que servirá(n) como matriz para la obra, como una oportunidad excepcional de ser (re)creadores de la génesis artística musical, y espectadores, en analogía metafórica, de la humana. En esta última, aparecen tratamientos compositivos donde la estructura deviene, parcial o totalmente, de unidades iniciales como en el contrapunto, y principalmente, en el raciocinio del serialismo integral. Un tercer camino, inesperado, inusitado y bendito, como todo aquello que llega para apoderase de lo que somos y de lo que nos rodea, se me presentará ya adentrado en el doctorado, cuando después de la incestuosa muerte de un inolvidable estudiante de música, nacerá la obra “RA” en homenaje a Rubén Ampuero, donde la presencia del “otro”, buscará con imperiosa prisa, el hacerse diálogo en mi composición. Durante mi paso por el magíster, mantuve la inquietud de entender el arte en forma indivisible, cayendo en complejas disyuntivas al momento de querer integrar dos disciplinas artísticas entre sí. Traté de evitar, con no menor riesgo pero si a toda costa, la trivial dependencia de las artes, la obediencia satelital que debe sufrir una de las disciplinas para adaptarse y orbitar a la otra, sin encontrar raíz común ni códigos unificadores que las conecten. De esta manera, sondeé y ensayé metodologías que acercaban la danza al mundo de la notación musical, como es el caso de la coréutica de Rudolph Laban. Sin embargo, en el momento de aspirar a la integración de música y literatura, inicié una trayectoria compositiva peculiar, que me llevó a indagar como la palabra, descontextualizada de su fonética y semántica más directa, puede resignificarse a través de la música, relacionando el alfabeto de letras con distintos parámetros musicales en forma no estrictamente serial, pero si sistémica (...)
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