La homogenización de las diferencias entre los estudiantes que ha permitido la escuela moderna con la interpretación que hizo del ideal pansófico de la educación "enseñad todo a todos", como "enseñad todo a todos de la misma manera", ha potenciado la presunción de un hombre genérico-sano, este ideal a su vez ha permitido que todo aquel que no cumpla los parámetros exigidos desde dicha presunción, quede por afuera de esta categoría y ha posibilitado además, el fortalecimiento del binario normalidad-anormalidad.
El fortalecimiento que han tenido dichos conceptos normalidad y anormalidad ha permitido, que se establezca lo que Skliar (2005) ha denominado la alteridad deficiente y que no puedan participar aquellos que se consideran anormales o deficientes. La mirada al sujeto desde esta postura, ha generado entonces que se divida la población en dos: los que pueden acceder y los que no lo pueden hacer, o como lo plantean Jiménez y Aguado(2002) ha posibilitado la construcción de endogrupos (los de adentro) y de exogrupos (los de afuera).
Esta condición de discriminación y obviamente de exclusión ha hecho que estos grupos se movilicen buscando su reconocimiento, tal es el caso de la población que ha sido considerada en situación de discapacidad. El reconocimiento de estos sujetos como sujetos y como sujetos de derecho, llevaría entonces a que las sociedades asuman procesos de integración o de inclusión en el caso que ocupa, educativa de las personas que han estado por fuera.
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