La presente investigación indaga sobre el consentimiento en el trabajo de las costureras del Distrito Metropolitano de Quito. Se construye evidencia a partir de historias de vida y entrevistas semiestructuradas a confeccionistas que laboran en la maquila y el taller textil. Se trabaja también con estadística oficial de empleo y otras fuentes estadísticas nacionales y locales.
Se describe la estructura del circuito textil, sus condiciones laborales y las formas subjetivas que fuerzan la implicación en el trabajo. Luego se describen las distintas modalidades de organización productiva en el taller textil y la maquila (taller domiciliario unipersonal), donde se indaga sobre las formas de resistencia en el trabajo y la respuesta patronal.
En el taller, esta respuesta combina distintas modalidades artesanales, tayloristas y post-tayloristas en busca de una intensa implicación en el trabajo. Se muestra cómo en ese intento, se combinan formas violentas y otras consensuales, que se complementan de manera inestable y cambiante para incrementar el ritmo y la productividad.
La maquila textil, por otro lado, constituye una modalidad de externalización productiva que, sin embargo, es leída por las trabajadoras como «autonomía laboral». Se hacen necesarios grados inusuales de implicación en la tarea y largas jornadas de trabajo asalariado, que se totalizan con las tareas de cuidado. Los vínculos fuertes de familiaridad, amistad y dones recíprocos se vuelven esenciales en esta modalidad que se supondría más despersonalizada.
Se explora también la dimensión biográfica: infancias marcadas por el abandono, la pobreza y la violencia; seguidas de una educación formal que sólo complementa el aprendizaje del oficio en el taller. La carrera profesional es relativamente corta en el taller, pues las propias costureras, presionadas y/o ayudadas por las patronas, abandonan el trabajo en dependencia, para establecerse como maquiladoras, aunque ello signifique un grado mayor de precariedad laboral. Esta trayectoria típica, con su diversidad interna, resulta clave para los procesos de acumulación de capital en el circuito textil y para la construcción de consentimiento en el trabajo.
Finalmente se presentan tres trayectorias laborales alternativas. Una costurera que tiene éxito en un emprendimiento privado; otra que se vincula al programa estatal «Hilando el desarrollo», y un grupo de costureras que constituyen, en plena pandemia, un taller autogestionado por la organización feminista «Mujeres de frente».
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