Cuando se pone para desayunar a una niña o un niño una madalena, mejor no esperar que las migas queden contenidas en el marco vacío y a priori del plato que preventivamente hemos puesto debajo con intenciones de contención metafísica; porque, como cualquiera puede comprobar empíricamente en nueve de cada diez casos, las migas se dispersan invariable y caóticamente sin que el agente mordedor sepa siquiera cómo ha tenido lugar tan infausto resultado, que el mismísimo Aristóteles clasificaría en esa categoría-desastre de lo no-voluntario.
La no-voluntariedad convierte el asunto en éticamente inimputable y, por eso, tampoco merece mucho la pena buscarle otra causa, a saber, el descuido y atolondramiento de la criatura a la hora del desayuno o la textura tendente al desmigajamiento formal de la masa en cuestión. Si, en lugar de eso, nos quedamos en el ámbito de los puros efectos y entendemos que la práctica hace las migas, no para formar las constelaciones del cielo estrellado sobre mi cabeza o, para que algún pulgarcito o deus absconditus nos indique el sentido o la ley moral en nuestros corazones; sino, para hacer como si esos pedacitos de pan fueran el resultado de un Big Bang práctico, detonante de nuestro espacio-tiempo vital (y académico), que ha generado unas posiciones (distintivas) de nuestros textos como las de aquel pasatiempo infantil de conectar-los-puntos, quizá entendamos la verdadera naturaleza de este trabajo. Llamamos a esto del modo más pedante y woolfiano, crumbs-haunting.
Si fuera posible, pedimos a la lectora o lector de este trabajo que juegue a ese mismo juego, que establezca ella o él mismo sus propias conexiones sobre un conjunto más o menos desorganizado de preocupaciones filosóficas acerca de la dominación y el tiempo. Parafraseando a Wittgenstein en el prólogo a las Investigaciones: Los mismos puntos, o casi los mismos, fueron continuamente tanteados de nuevo desde diferentes direcciones y siempre se trazaron nuevas imágenes.
En la primera y la segunda parte de la investigación, esas imágenes (Bilder) exploran una tematización adquisitiva en su versión política y epistemológica, donde las trazas consuntivas (por naturaleza no conclusivas) quedan reducidas a ciertas paradojas en los resultados de una indagación del fenómeno institucionalizado y 1 generalizado del trecho temporal adquisitivo. Como tales trazas consuntivas, no son visibles a simple vista, se parecen más bien a las partículas que sólo algunos alérgicos crónicos a las moléculas adquisitivas pueden detectar.
La tercera parte propone una posible genealogía para la vivencia consuntiva del tiempo, un esbozo teórico que recorre algunos hallazgos revolucionarios de quienes han tratado de encontrar experimentalmente nuevas herramientas teóricas para tematizar lo no tematizable. La investigación iniciada por Brentano sobre la temporalidad rescata el presente de su olvido metafísico y posibilita la investigación fenomenológica del esquema temporal consuntivo como aspecto interno de la realidad temporal. La búsqueda wittgensteiniana de un lenguaje y tiempo públicos para las experiencias privadas internas pone en juego el esquema temporal consuntivo como fundamento de otro juego del tiempo que muestre a la mosca la salida de la botella cazamoscas. Ese otro Zeitspiel es desvelado por una genealogía doble que distingue dos actitudes posibles ante la crisis social, histórica y filosófica del primer juego del tiempo: la rewilding y la rechilding attitudes. La primera queda vinculada a una revolución conservadora que busca la remasterización adquisitiva del primer juego por un philosophisch Zeitspiel, que tiene a Heidegger como Führer pensante. La segunda forma parte de un momentum subversivo que tiene en el movimiento dadaísta su principal agente práctico y en las Investigaciones, la primera realización epistemológica de un probable phänomenologisch Zeitspiel que haga realizable una teoría de aquella temporalidad hasta ahora impensable.
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