Los metales y las aleaciones metálicas son ampliamente usados en cirugía ortopédica debido a sus buenas propiedades mecánicas; estos metales tienen en común la formación de una película pasiva que disminuye su velocidad de corrosión. Dentro de los materiales metálicos implantables se encuentra el acero inoxidable 316 L (ASTM F138), las aleaciones de cobalto (principalmente ASTM F75 y F799) y las aleaciones de titanio, básicamente Ti6Al4V (ASTM F67 y F 136) como los más usados. A pesar de que estas aleaciones metálicas son irreemplazables en aplicaciones ortopédicas, presentan problemas ligados a la resistencia a la corrosión, que condicionan su respuesta mecánica.
La migración de iones metálicos puede causar una respuesta adversa en el huésped y desarrollar una serie de eventos que pueden culminar con la pérdida del implante. A su vez, los implantes metálicos no son capaces de generar unión natural al tejido óseo sin cementación o fijación externa.
La modificación superficial de los implantes metálicos por medio de recubrimientos inorgánicos cerámicos o vítreos resulta una estrategia capaz de mejorar el comportamiento del mismo. De este modo se pretende favorecer la unión del implante con los tejidos y limitar la difusión de iones metálicos y la aparición de productos de corrosión en el organismo. Estos recubrimientos deberán ejercer una función protectora aumentando la resistencia a la corrosión del metal por un lado, y adicionalmente, mejorar la interacción implante-tejido, posibilitando la formación de una interfase bioactiva que permita una unión natural con el tejido vivo.
Es precisamente en el campo de los recubrimientos, donde el método sol-gel presenta las mejores perspectivas de desarrollo, debido a que suponen una serie de características ventajosas comparadas con otras técnicas de deposición: buena adherencia, aplicación sencilla, mínimos problemas de secado, bajas temperaturas
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