La figura del emperador Adriano no es ajena a la ciudad de Sevilla. Itálica, su ciudad natal, se encuentra próxima a nosotros y no sólo desde un punto de vista geográfico. Denominaciones de calles con su nombre o el de sus hijos, más ilustres, el busto de Adriano en emblemas, en tondos, antiguos o modernos, o incluso en la cultura más popular y contemporánea nos hablan de una relación de adopción íntima entre la Sevilla actual y uno de los personajes que la dotan de un pasado espléndido y prestigioso.
Itálica, la �Sevilla la vieja� de los documentos y de los cuentos populares, ha compensando secularmente la escasez de vestigios gloriosos, romanos, escultóricos y arquitectónicos, de la metrópoli andaluza. El arquitecto que ha sentido interés por la arquitectura del Mundo Antiguo, en Sevilla, se ha acercado a los restos italicenses para desarrollar sus inquietudes. Esto ha ocurrido desde el siglo XIX y hoy ocurre lo mismo.
Mi caso no ha sido distinto. Desde hace años desarrollo parte de mi trabajo entre los restos de Itálica. El anfiteatro, las casas de la ampliación de tiempos de Adriano, el Traianeum y, más recientemente, el teatro, se han constituido en sujetos de mi labor como investigador, como arquitecto restaurados e, incluso, como arquitecto creador de nuevos espacios.
Tal vez se deba a mis trabajos en Itálica la elección del tema que pretendo defender en mi Tesis Doctoral. En todas las obras italicenses, y de una forma subliminal, existe algo que las unifica, algo que, sin detenerse en su análisis documental, subyace en todas ellas. La evidencia cronológica las sitúa en el mismo periodo, pues todas se construyen o amplían bajo el mandato del emperador Adriano. Pero hay algo más, algo que desde mis primeros trabajos fomentaba en mi cierta inquietud intelectual como profesor de Análisis de Formas Arquitectónicas, que puedo resumir en la cualidad de la similitud formal, su capacidad de crear percepciones espaciales semejantes.
La detección de una arquitectura característica correspondiente a la época de Adriano me condujo a la correspondiente búsqueda documental de fuentes y paralelos arquitectónicos y al estudio profundo de la figura del emperador. De esta manera, la arquitectura de Adriano trascendió el conocimiento localista para plantearme la posibilidad de la existencia de una arquitectura vinculada �forzosamente� con la figura personal de Adriano, entendido no como promotor, como gestor político de obras indiferenciadas en todo el territorio imperial, sino como auténtico motor y creador de las formas espaciales arquitectónicas que aparecieron en distintos puntos del Mediterráneo romano durante su mandato.
Los viajes por distintos puntos del antiguo mundo romano, Grecia y Turquía, confirmaban estos planteamientos. Pero faltaba Roma, en donde se encontraban las piezas fundamentales de su creación arquitectónica: Panteón y Villa Adriana en la vecina Tívoli. A la vez que meditaba la posibilidad de pasar un año en Roma como becario de la Academia de España, nacía la posibilidad de la realización de una Tesis que recogiera estas apreciaciones e inquietudes y que versara sobre la arquitectura de Adriano. El profesor Alfonso Jiménez consideró la posibilidad, y aceptó la dirección de esta Tesis, que ahora presento para su defensa.
La primera premisa de la que partimos en nuestra investigación es que la arquitectura de Adriano encuentra su mejor expresión en Roma y, específicamente, en dos obras básicas: el Panteón y la Villa Adriana de Tívoli. Esta afirmación se justifica a la luz de una �herramienta� que proponemos como medio de conocimiento, de confrontación y de investigación: el Proyecto Arquitectónico, entendido como acercamiento interesado al patrimonio heredado, reflexión estimulada por la intervención y que en sus objetivos pragmáticos encuentra un campo propio tan necesitado de disciplinas concretas (la arqueología o la historia) como específico en sus fines creativos.
Este planteamiento previo nace como constatación de las dos vertientes a las que podía optar la investigación. Por un lado, las obras de este período y la figura que las conforma son de tal magnitud que la documentación y el análisis que generan serían tan ingentes que podrían desembocar en una Tesis histórica y documentalista. Por otro, nuestros planteamientos versaban sobre análisis de formas, y en las dos obras mencionadas se crea la forma arquitectónica por excelencia y su desarrollo como laboratorio formal. Ante la posibilidad de una Tesis disciplinarmente concreta, de historia o de dibujo de arquitectura, hemos optado por un método y esquema de trabajo nutrido de distintos campos de conocimiento, entre los que podemos destacar el análisis de las formas surgidas del proyecto arquitectónico y su documentación histórica y arqueológica.
La siguiente premisa es la hipótesis de la existencia de un repertorio arquitectónico auspiciado por el emperador Adriano, bien de su propia mano o como consecuencia de su iniciativa, que provoca un salto cualitativo en la definición del �Proyecto Arquitectónico�. Nos estamos refiriendo a un cambio en la concepción de la arquitectura similar al que produjo el comienzo del Renacimiento.
Lejos de surgir espontáneamente, esta inflexión en la manera de generarse la arquitectura romana responde a un proceso evolutivo, y su estudio nos permitió entroncar con las dos obras que proponemos como elementos centrales de nuestro trabajo.
Debíamos afrontar un análisis de la arquitectura por fragmentos, que si bien no ofrece una visión sistemática y cronológica que arranque de los orígenes, sí intenta recoger de forma global (en sus diferencias e invariantes) ejemplos concretos que nos han permitido enmarcar el discurso arquitectónico dentro de los parámetros que interesan al desarrollo de la Tesis. La búsqueda de elementos atemporales puede establecer un cuerpo teórico del proyecto que nos acerque al conocimiento y compresión estructural de la arquitectura, indiferente a la cronología dura e intransigente.
El estudio debe participar de un profundo conocimiento sintáctico de la Arquitectura Romana, en el sentido de poder expresar valores invariables y atemporales que lleguen a encontrarse fuera de la referencia concreta. La Arquitectura Romana frente a la Griega, tal vez es un discurso saturado desde el academicismo del siglo XVIII, pero que debía concretar el sustrato desde el que surgió la arquitectura romana de Adriano. Debía analizar formalmente los elementos presentes en obras como el Santuario de Fortuna en Palestrina, en la medida en que este edificio ofrece, sobre sus antecesores, un cambio considerable en la concepción de la arquitectura-objeto. La composición de sus elementos procede de un orden complejo y articulado que lo dotan de una gran singularidad. La sucesión de niveles y elementos, junto a un afinado control geométrico de sus piezas, lo presentan para el discurso proyectual como un ejemplo paradigmático de aplicación inmediata.
El juego figurativo de la arquitectura desde el tratamiento parietal de sus planos lo queremos ver representado por el Tabularium, como ejemplo más significativo y original, si bien, también lo podríamos encontrar en el Teatro de Marcelo o en el Coliseo, edificios donde el uso del orden arquitectónico determina su carácter emblemático. Nos estamos refiriendo al uso del orden arquitectónico de una manera extrañada, quizás escultórica, como arquitectura sobre o en torno a la arquitectura. Es con estas obras con las que se comienzan a conseguir objetivos compositivos más allá de los funcionales; el proyecto como medio de dotar a la arquitectura de un carácter simbólico y emblemático. Se trata de concretar en el proyecto la cualidad escenográfica que encontramos presente en las fachadas palaciegas de las escenas de los teatros romanos. Este concepto nos permite construir una clasificación que salta de lo funcional, los edificios ya no se relacionan sólo por su tipología, no existen teatros, templos, foros, santuarios, sino que también se relacionan por la consideración cualitativa de la arquitectura.
La valoración del interior del edificio, como una nueva manipulación formal de la arquitectura, la aplicación evolucionada del espacio tallado (conforme al concepto de proyecto definido por Giulio Carlo Argan), esculpido en el material, la encontramos, a partir de ejemplos anteriores, en la sala central de la zona oriental de la Domus Aúrea, pieza que entendemos clave en la manifestación de este aspecto.
La construcción de esta sala marcó nuevas pautas en la creación arquitectónica, apoyadas en el uso de nuevos materiales y en la utilización de parámetros formales hasta ese momento desconocidos. En esta obra confluyen edificios anteriores y posteriores como la Domus Augustana, las Termas o el Mercado de Trajano, el Panteón de Adriano y Villa Adriana.
Con el Mercado de Trajano nos adentramos en otra visión, siempre parcial y subjetiva, de la arquitectura romana. El Mercado representa la modernidad, la idea de progreso, la plasmación directa de algunos de los matices que hemos señalado hasta ahora, acompañada del uso de elementos, materiales y criterios diferentes; la construcción de argamasa revestida de ladrillo encuentra su ajuste definitivo y, sobre todo, la constatación de un hecho: la aplicación directa de la abstracción intelectual del proyecto arquitectónico de la mano del arquitecto Apolodoro de Damasco.
De este mosaico por fragmento de la exposición, asumida en nuestro relato como sustrato previo, llegamos a las obras que deben generar nuestro discurso, Panteón y Villa Adriana.
El espacio contenido en el interior del Panteón pierde en su contención esa característica etérea que posee por definición, y se materializa, se encierra, se confina. Es el continente el que cualifica el espacio y lo dota de esas características, el edificio construido se hace materia de una arquitectura también compuesta de espacio. No sólo vemos la luz, tangible en los remolinos de moléculas luminosas que se proyectan contra el suelo, sino que podemos oírla y tocarla, aunque siempre seamos espectadores. Generalmente el observador de la arquitectura es obligado a adoptar una posición activa: el punto de vista escogido, el grado de concentración, el reconocimiento de las formas� conformando imágenes personales del tal manera que el individuo recibe siempre una visión manipulada por él mismo de lo que le rodea.
En el interior del Panteón se produce un salto mágico: el observador es simplemente un espectador, -el edificio se representa así mismo-, interviene en un proceso de percepción en el que es directamente conducido a los lugares adecuados. El interior envuelve hasta el punto que cualquier dirección es principal, cualquier punto de vista es bueno, una visión es todas las visiones.
Es un espacio complejo pero no complicado, articulado y bello, en el que se descubre un nuevo uso de algo ya conocido: el confinamiento de la luz, de tal manera que ésta no es sólo una manifestación energética sino que adquiere valores figurativos, transformándose en un elemento más de la arquitectura. Por otro lado, el juego de la proporción, de la escala, de los materiales, de las técnicas, de la geometría, de los significados, dan lugar a una de las mejores lecciones de la historia de la arquitectura.
Villa Adriana, adquiere el carácter de sumario, se nos muestra como un laboratorio de experimentación de la Arquitectura. No sería apropiado en este caso referirnos a la idea de fragmento, ya que esta obra se produce como la reiteración de sucesivas multiplicidades. Origen y ejemplo paradigmático de todas las recreaciones de la arquitectura moderna, como confirma su constante referencia en los tratados e incluso revistas que acompañan al Movimiento Moderno; un digno ejemplo en el que apoyar los intentos últimos por revitalizar las vanguardias.
Panteón y Villa Adriana permiten acercamientos diversos. El primero confirma su solidez frente al análisis, en cambio la segunda permite su estudio desde una perspectiva más libre. En otro sentido, el Panteón es un edificio acabado, concluso en sus formas, mientras que Villa Adriana posee dos características que la hacen muy diferente. Por un lado en su concepción se planteó como un conjunto experimental, en el que las nuevas formas y técnicas encontraron lugar geométrico y físico. De otra parte, su estado actual como ruina ha obligado a la interpretación y realización de propuestas de anaparastasis que se han constituido en objetos analizables para todos los que se han acercado a Villa Adriana desde una perspectiva de interpretación.
Las formas arquitectónicas, que desde los tiempos de Ligorio quedaban al descubierto y en pie, fueron plasmadas en un documento que congela el tiempo y del que deberemos arrancar a la hora de realizar el más mínimo estudio sobre el conjunto. Los documentos nos aclaran la casi imperturbada existencia que han tenido estos restos a lo largo de la historia. Como es usual, es una historia de expolio, comenzada por los propios romanos. Por otro lado la ruina general del edificio acontece de manera natural por su abandono y descuido a lo largo de siglos. No nos encontramos con el caso de una historia rica en estratigrafía, sino más bien con la existencia de unos restos mal conservados que siempre han estado a la vista. Los más destruidos quedaron ocultos y son los menos conocidos. Es sorprendente que en los grabados aparezca ya dibujada la importante red de criptopórticos de la Villa, la que nos conduce a la importante conclusión de que, a pesar del fragmentario carácter del conjunto, fue ideado de una vez.
El Traianeum de Italica supone la conclusión de la línea argumental de este trabajo, representando no sólo la arquitectura del período del emperador Adriano, sino un estimable punto de apoyo para compresión global de la actuación romana en las proximidades de Sevilla. Es una obra que a pesar de estar situada en el punto más occidental del imperio presenta similitudes con otras construidas en el extremo oriental. Así la Biblioteca de Adriano en Atenas en su paralelismo con el Traianeum de Italica nos conduce a asumir el traslado de proyectos a distintos puntos del Imperio, lo que supone la existencia de un centro de producción y control arquitectónico.
Pero faltaba algo más, una visión general de las obras, aunque sean menores y de entidad muy local, erigidas durante los años de mandato del emperador Adriano. Parecía necesario realizar un catálogo de obras de distinto tipo, defensivas, de infraestructura urbana, de carácter lúdico y privado, obras religiosas y urbanas, en las que integrar el Panteón, Villa Adriana y Traianeum. El material de un catálogo completo sería suficiente contenido para una Tesis, por lo que hemos optado por analizar sólo cincuenta obras de distintas partes del Imperio, número suficiente para poder extraer una visión general de la obra arquitectónica adrianea.
Ha existido un tratamiento específico de los datos históricos y de la documentación gráfica como fuente. Desde una época medieval, la imagen del Panteón permite lecturas que conducen a su consideración de imago romae, es decir, ser por sí solo símbolo de la ciudad. Tal vez este hecho parezca accesorio, pero como se comprobará en el desarrollo de esta Tesis, el edificio del Panteón no se puede entender sin su imbricación con la ciudad de Roma.
Los arquitectos, desde el Renacimiento, se han interesado particularmente por el Panteón y Villa Adriana, dejándonos dibujos con sus especulaciones teóricas. Rafael, enterrado por deseo propio bajo la cúpula del Panteón como queriendo particpar de su inmortalidad y perfección; Peruzzi, Sangallo, Palladio, Serlio, Borromini o el propio Le Corbusier, demostraron un interés particular por obras adrianeas. La arquitectura de Adriano, en su génesis proyectual y figurada, ha interesado en momentos concretos, mientras que en otros, pese a admitir su fascinación formal, ha pasado como secundaria dentro de los modelos y los tipos arquitectónicos. Por otro lado, grabadores y dibujantes, se convierten en piezas elementales de la configuración de los edificios en su dimensión real, no sólo arqueológica sino arquitectónica. Los trabajos elaborados por Pirro Ligorio, Franceso Contini y con posterioridad Giovanni y Francesco Piranesi constituyen un material singular y fundamental para la investigación.
En uno de estos grabadores, Giovanni Battista Piranesi, hallamos el enlace entre la antigua Roma y la modernidad y también, la esencia de esta propuesta de investigación que estamos intentado explicar. Piranesi realiza en sus grabados un estudio interesado de los restos arqueológicos romanos, una verdadera manipulación proyectual que, como se reconoce contemporáneamente, se muestra capaz de enlazar la arquitectura romana, la arquitectura renacentista, la razón intelectual de la ilustración y el abstracto proyecto moderno. Sólo el Panteón y los grabados de Piranesi son capaces de acotar la luz que parece emanar de los siglos que nos precedieron.
La arqueología y la restauración se han entendido como materiales auxiliares a nuestro método de trabajo. La Tesis que presentamos nunca ha pretendido ser una historia de la restauración de los edificios de Adriano ni un análisis arqueológico de los restos. La inmensa cantidad de datos y conocimientos que de ellas se pueden extraer, y así ha ocurrido en nuestra actual concepción de la arquitectura de Adriano, las han convertido en materiales auxiliares a nuestro desarrollo metodológico.
Durante mi estancia en Roma como becario de la Academia de España, realicé ejercicios concretos de análisis de formas de los edificios de época de Adriano. Entre ellos se puede destacar el de la Sala Octogonal de las Termas Menores de Villa Adriana, de cuya reconstrucción realicé una maqueta basada en una hipótesis personal sobre su forma original. Esta sala que, junto con el llamado Serapeo, es una de las presencias constantes en la historia de la Villa, permite, dado su estado, el desarrollar un interesante ejercicio de investigación que se aporta en el correspondiente capítulo.
La metodología adoptada para el desarrollo de mi Tesis, en resumen, se inicia con un trabajo de campo que proporciona un conocimiento directo de los edificios seleccionados en su estado actual. El poder residir en Roma durante un largo periodo de tiempo me ha permitido visitarlos sucesiva y periódicamente, estableciendo conclusiones que trascienden el conocimiento bibliográfico y documental de los mismos así como obtener un repertorio de imágenes que facilitan el estudio de gabinete.
El método de análisis elegido ha sido fundamentalmente arquitectónico, y con él hemos pretendido subrayar las estructuras formales intrínsecas de la arquitectura, básicamente el espacio y la masa, determinadas por condicionantes técnicos que al haber alcanzado unas cotas elevadas de especialización permitieron desarrollar formas libres y novedosas.
Por otro lado el estudio iconográfico de las imágenes que durante siglos han producido estos edificios, permite ver la evolución de los mismos. Aunque entendamos que las lecturas �verdaderas� no existen o no es el momento de evaluarlas, dado que todas y cada una de las variaciones que estos edificios han sufrido han podido ser valoradas en cada momento.
La búsqueda de los parámetros de esta arquitectura trasciende del establecimiento de un estilo, ya que se buscan los valores profundos que la llenan de significado. El análisis de estos edificios se realiza desde una perspectiva actual y recoge la trascendencia que han tenido a lo largo de la historia sobre diferentes estilos y periodos. Desde la historiografía más positivista y formalista, como la de Riegl o Wölfflin, a la más actual y diversa, como las lecturas de Lyttelton, Salza Prina Ricotti o MacDonald, la perspectiva de su visión histórica y artística ha pretendido ser diversa y amplia.
Otra consideración fundamental ha sido la especulación teórica sobre la arquitectura de Adriano. Como tal no ha existido nunca, pero su aparición puntual en la tratadística arquitectónica de los siglos XV al XVIII, nos ha permitido comprobar que edificios como el Panteón se configuran en prototipos, paradigmas, tipos básicos o modelos para nociones fundamentales en el discurso arquitectónico de mano de Alberti, Rafael, Serlio, Palladio, Borromini o Ledoux.
Los análisis constructivos se han integrado en los históricos, los del poder, la ideología, la política o el pensamiento desde donde se generaron los edificios. Han resultado fundamentales nociones como la concepción del poder en la Roma antigua como Augusto como instaurados de una idea nueva y la relación de Adriano con éste, siendo posible definirlo como el mejor sucesor del anterior, a través de varios ejemplos como el de la Pax Romana. El peso específico del mundo griego exigió, sin que se perdiera el profundo reconocimiento del mundo oriental, el nacimiento de una cultura latina de la que Adriano es gran valedor sirviendo de ejemplo la ampliación de Atenas. Otro ejemplo sería, en aras a la definición de un gran centro de gestión e implantación territorial, el de la ampliación de Itálica como modelo de aplicación de las teorías imperiales de Adriano: culto a la familia imperial, simbolización de la Pax Romana�.
La Tesis necesitaba una bibliografía específica, extensa y escrita mucha de ella en diversos idiomas. Las bibliotecas y archivos que ha sido necesario consultar, la mayoría en Roma, han generado una bibliografía muy amplia y diversa. La dificultad de traducción y compresión se ha visto agudizada por los problemas de localización ya que parte del material se encontraba disperso en revistas y fuentes locales.
La ausencia de una bibliografía general del tema, que contemple la arquitectura de Adriano como un todo indivisible, sea desde un punto de vista histórico como arquitectónico o formal, se ha suplido por algunos trabajos precisos de gran calidad sobre edificios y aspectos concretos: MacDonald, Fine Licht o De Franceschini. Este hecho, además, se ha visto enriquecido con la posibilidad de realizar contactos personales con los profesionales de distintos campos que trabajando sus temas desde campos diversos, han plasmado sus investigaciones por escrito. Debo destacar la colaboración que me han prestado la doctora Anna Reggiani, de la Sopraintendenza del Lazio, y el doctor La Motta, de la Sopraintendenza de Roma, que me han permitido el libre acceso a los distintos edificios de su competencia que eran de mi interés, así como la planimetría actualizada de cada uno de ellos, así como Mario Loghi-Ghetti, arquitecto de los trabajos actualmente en marcha, de restauración en el interior del Panteón y anteriormente en Villa Adriana.
En otro nivel las conversaciones mantenidas con Mary Taliaferro BoathWright, autora de un reciente libro sobre la Arquitectura de Adriano en Roma, han sido de indudable interés.
En idéntica posición, debo destacar las conversaciones, sobre sus campos de investigación concretos, con la Dra. Pilar León y con el Dr. Alfonso Jiménez, sin los que Italica sería simplemente un lugar de recuerdos.
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados