En mi tesis doctoral titulada “Una civilización de referencia y su crisis sistémica” me propuse profundizar esa realidad oculta o ‘civilización de referencia’, llamada de modo reduccionista patriarcado, que conexiona toda la problemática de género con aquellas otras instancias de poder que la hacen posible. La cuestión del género no es un elemento desagregado de otros, sino que constituye una manifestación más, que, de algún modo, vertebra todos los entramados del poder. En el Capítulo I, La visión del cíclope, trato de poner de manifiesto cómo la visión errática de nuestra civilización adolece de un enfoque parcial e interesado en su origen, propio del cíclope con un solo ojo, una tara que impide al observador implicado mirar el mundo con una visión de totalidad. Todas nuestras crisis de civilización son crisis de percepción y la falta de perspectiva ha hecho que veamos la realidad, pero no lo Real, porque esa visión oculta más que muestra. Para ejemplificar dicho enfoque hago un recorrido por diversos saberes y ciencias, tomando como muestras a Platón, Immanuel Kant, Guy Debord, Jaques Lacan y David Bohm con sus contradicciones y aciertos. Siguiendo con mi hilo argumental, en el Capítulo II, Una propuesta holística personal, me impongo la tarea de descubrir el patrón o la pauta que conecta la realidad dispersa engendrada por lo Real, siguiendo el principio holográfico de que no sólo las partes están incluidas en el todo, sino de que el todo se reproduce en cada una de las partes. En definitiva, de cómo una gran metáfora, por condensación, ha producido y diseminado una serie de metonimias, por desplazamiento, en un devenir histórico que ha dado lugar a uno de los mundos posibles, y no por cierto al mejor. El Capítulo III, Psicosis performativa o complejo de Dios, me ha llevado a transitar desde la envidia original o heridas simbólicas, expuesta por Bruno Bettelheim, hasta ‘la creación de cosas con palabras’ de John Austin, derivando así hasta un cierto descubrimiento de una psicosis performativa que explica la construcción de un mundo arbitrario, naturalizado a través de las leyes, las palabras, las costumbres, las teorías y las doctrinas propias de un poder con complejo de Dios. Los hombres siempre crean a los dioses a su imagen y semejanza. Como las estructuras arbitrarias no podrían mantenerse, si no es a través de las creencias, me he acercado a las creencias más arraigadas que han construido los mitos o a los poderosos mitos que han originado las creencias más profundas. Por ello, en el Capítulo IV, El arquetipo del héroe, he analizado, de la mano de Carl Jung, ese ‘paradigma’, que ha ido creando en su versatilidad diversos modelos, en torno a los cuales las sociedades se han ido definiendo y conformando. Frente a esos modelos de héroe, la figura de la heroína es siempre patética, malvada y desleal con los valores de la polis. Para una superación evolutiva habría que seguir la senda del héroe-niño, que es quien realmente propone la novedad. En el Capítulo V, Coordenadas de un límite, me refiero a la situación actual de nuestro mundo a través de la Economía, la Política, la Cultura y la Religión, que, siguiendo una imagen fractal, nos remiten de nuevo a un patrón que llamo X, que sería la incógnita a descifrar. Si en el Capítulo II expongo las características fenotípicas de la civilización referencial, es decir, de su manifestación visible, en este capítulo me interno en el genotipo de ese observador que elige entre los mundos posibles y construye sus formas. La clave última es ese imaginario hegemónico del observador cuántico, que conforma el orden simbólico, que rige las relaciones de poder, así como su impronta en cada una de sus manifestaciones. Expuesto el estado de la cuestión en sus distintas vertientes, me pregunto si el cambio es posible. Así pues, en el Capítulo VI, El cambio del cambio, me interrogo por qué muchas propuestas utópicas, revolucionarias o reformistas han fracasado en su objetivo último. Igual que diversos elementos han confluido para dar forma a una civilización en devenir, así son también variados los aspectos que tendrían que potenciar un cambio que transforme su lógica y no sólo las estructuras emanadas de esa lógica a lo largo del tiempo. Y en ese cambio de lógica, me atrevo a iniciar una revisión epistemológica de ciertos conceptos que consideramos emancipatorios, pero que así significados no suponen el cambio del cambio. Un cambio que afecta tanto a varones como a mujeres.
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