El presente estudio tiene como objeto comprobar el impacto que la profesionalización de la medicina durante la 2ª mitad del siglo XIX tuvo en la configuración del ideal de feminidad, representado en la ficción de la época.
En el siglo XIX la medicina se concentró en el cuerpo y la mente femenina como objeto de estudio, divulgando teorías que justificaban su papel doméstico y que advertían de las consecuencias somáticas que implicaría la desviación de dicho papel. Muchas de estas teorías eran popularizadas en las novelas cuyo argumento, o bien contribuía a su defensa, o bien las desmontaba. Asimismo, la literatura tuvo mucho que aportar a estas teorías científicas, proporcionando modelos femeninos de comportamiento patológico. Consecuentemente, el rico intercambio de ideas entre la medicina y la literatura, sumado a las convenciones sociales de la época, contribuyó a abordar las ansiedades respecto al papel de la mujer en el nuevo orden social, saturando su cuerpo y mente de patologías. Nuestro interés se centra en este diálogo entre la medicina y la literatura, prestando atención a las contradicciones de un discurso que, lejos de conformar un modelo de feminidad ideal, resultaba monstruoso e inherentemente patológico.
El análisis de las novelas seleccionadas se articula en torno a tres ejes que se corresponden con los principales núcleos de ansiedad de la medicina de la época respecto a la salud femenina: sus emociones, su alimentación y su actividad intelectual. En la primera sección de este capítulo, Hospital Sketches (1863), de Louisa May Alcott, y The Dead Secret (1857) de Wilkie Collins, nos permiten explorar el papel de la enfermera como intermediaria entre médico y paciente gracias a su habilidad para la interpretación de las emociones. Igualmente, Cousin Phillis (1864), de Elizabeth Gaskell y Elsie Venner (1861) de Oliver Wendell Holmes, ponen de manifiesto las consecuencias somáticas de las emociones de las protagonistas. En la segunda sección nos centramos en cuestiones de alimentación y estética, reparando en la interacción entre el físico de la protagonista, su sustento y su feminidad; Trilby (1894), de George du Maurier, y She (1887) de H. Rider Haggard informan nuestro análisis de estas cuestiones, añadiendo esta última una nueva dimensión, la de la retórica imperialista. La última sección profundiza en las teorías psiquiátricas de la época sobre la salud mental, la evolución de los tratamientos y el aumento de pacientes femeninas en los psiquiátricos. Para ello, nos sumergimos en dos obras que ilustran significativamente las consecuencias implícitas en la validación de estas teorías: A Blighted Life: A True Story (1880), de Rosina Bulwer Lytton y The Heavenly Twins (1893) de Sarah Grand. Ambas se sitúan finalmente en yuxtaposición con un relato clave de la literatura sobre enfermedad mental femenina: "The Yellow Wallpaper" (1892) de Charlotte Gilman Perkins.
La teoría de Foucault, con su concepto de poder, nos suministra el andamiaje de nuestra investigación que, simultáneamente, se nutre de la teoría feminista desde dos posturas: la que analiza el papel de la enferma como víctima de la opresión patriarcal y la que analiza su enfermedad como instrumento de poder y resistencia.
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