El título nos remite a la experiencia vivida por la filósofa gala Simone Weil, en un tiempo de desdicha y de barbarie, reflejada esta vivencia en el dolor de la alteridad; pero sobre todo nos conduce al qué quería trasmitir la filósofa a través de lo que ella definía como malheur. Partiendo de su vivencia personal, Simone Weil, elaborará su pensamiento ético-político con un fin determinado: extraer las causas de la desdicha y el desarraigo del individuo. O señalar las implicaciones de las estructuras del mal en el ámbito social e individual con respecto a la responsabilidad ética en el campo social y político en torno a los derechos y deberes. De la misma manera que denunciar la repercusión de estas estructuras en la salud ética de la polis. En la medida que Simone Weil construye su pensamiento filosófico, éste lo dirige hacia la búsqueda de una verdad que diera sentido a los espacios inconexos de la vida; a las contradicciones que generan las barbaries, indagando a través de la teoría política y la praxis social, la respuesta certera a las preguntas antropológicas y ancestrales de la razón de la vida y el contraste de la misma entre tanta desdicha. Para ello nos remitimos a la influencia que en la autora tuvieron los clásicos griegos, y en concreto las corrientes filosóficas platónica o estoica en su cosmovisión ética de la vida, desde el ethos y la areté. También a la necesidad de volver a la metafísica para recuperar los fundamentos ontológicos de la persona como fin en sí misma y no como medio; retornando a los maestros del pensamiento para redescubrir el valor de la persona y su dignidad implícita, junto al sentido antropológico de la trascendencia en la misma. De esta manera ella defiende, que la persona es sagrada por su trascendencia. Que es un ser original y único, que es fin en sí misma y no medio para otros, y que la persona reconoce su dignidad en el encuentro con la alteridad en el otro.
La obra y pensamiento de Simone Weil refleja el triste panorama desolador de una época y una sociedad que había perdido los referentes, y la cual vivía desarraigada de sí misma. Una sociedad que vivía de espaldas a la trascendencia, a sus propias raíces, a sus valores y tradiciones.
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