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Resumen de La protección del periodismo en los conflictos armados actuales

Chema Suárez Serrano

  • LA PROTECCIÓN DEL PERIODISMO EN LOS CONFLICTOS ARMADOS ACTUALES.

    José Mª Suárez Serrano.

    Programa Doctorado Ciencias Jurídicas, Universidad de Granada.

    Febrero 2016.- RESUMEN 1. ¿Qué es la guerra? ¿Cómo son los conflictos armados actuales? En 2014 dos tercios de los periodistas asesinados en el mundo se registraron en zonas de conflicto. En 2015 la proporción se invirtió por completo: dos tercios de los periodistas asesinados perdieron la vida en países que se dice están “en paz”. Es la consecuencia más visible del impacto que las nuevas guerras tienen sobre los periodistas. Una evolución que corre paralela al siglo 21 y deja en entredicho la vigente clasificación jurídica entre Conflicto Armado Internacional o No Internacional, criticada casi de manera unánime puesto que la realidad es más confusa . Los conflictos actuales comparten, a pesar de su diversidad, dos rasgos comunes: por un lado, la proliferación de agentes no estatales, considerados por el Consejo de Seguridad de la ONU una amenaza sin precedentes a la paz y la seguridad internacionales. Y por otro, la asimetría de los rivales, ya que el más débil militarmente, convertirá en arma para el combate su desprecio a las normas que rigen el ius in bello y los valores básicos de la civilización. Las guerras del siglo 21 son híbridas, que combinan asimetría, guerra civil, insurgencia y terrorismo . Entre los métodos para hacer la guerra están los medios de comunicación, que se usarán para difundir propaganda, desinformar o emitir mensajes falsos. También se convertirán en blanco de los ataques, por lo que son, al mismo tiempo, herramienta y objetivo de guerra.

    2. Nuevas tecnologías, nuevas guerras, Nuevo periodismo.- El mundo es hoy más dependiente que nunca de la transmisión y acceso a la información en tiempo real. Los conflictos armados y la comunicación (por separado y juntos) han cobrado tanto protagonismo por la influencia de las nuevas tecnologías de la información, que ahora son los medios de comunicación los que determinan la evolución de las llamadas nuevas guerras a través del control de la opinión pública y la propaganda . Internet ha provocado una nueva modalidad: la guerra en red, un modo emergente de conflicto en el ámbito social, distinto a la guerra militar tradicional, en el que los protagonistas utilizan estructuras de organización en red y doctrinas, estrategias y tecnologías en relación con aquéllas, acordes a la era de la información. Internet refleja lo mejor y lo peor en esta evolución, pues a la vez que ha merecido el elogio del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, también se ha convertido en motivo de amenazas para quien ejerce el periodismo digital. Esto significa que los peligros que soportan los reporteros sí se adaptan a los nuevos tiempos, y la violencia también alcanza a los periodistas ciudadanos. Sin embargo, no sucede igual con los instrumentos jurídicos diseñados para la protección de los periodistas, que permanecen anclados en el pasado y han perdido vigencia. La experiencia más reciente parece demostrar que la gestión de los conflictos armados actuales no depende sólo de la fuerza de las armas. En las nuevas guerras, el éxito vendrá por cuestiones mediáticas antes que militares. El Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia, dentro del conocido como caso Tadic ya certificó el uso metódico de los medios de comunicación como maquinaria de guerra, que suele anteceder a las campañas militares. Controlar los mensajes que llegan a la opinión pública supone una ventaja esencial porque la primera acción militar (y a veces la definitiva) es la información . Estamos ante la information war, donde el papel de los medios resulta decisivo para el éxito o el fracaso de las operaciones militares.

    3. La libertad de expresión en los conflictos armados.- Todo viene de muy atrás. El concepto contemporáneo de libertad de expresión resurge con el nacimiento de la ONU . Fue en 1946, durante su primer período de sesiones, cuando la Asamblea General proclamaba formalmente: “Freedom of information is a fundamental right, and is the touchstone of all the freedoms to which the United Nations is consecrated“ La libertad de expresión se plasmó inmediatamente en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, aprobada por la Asamblea en 1948, y luego se ha ido incluyendo paulatinamente en cuantos textos defensores de los derechos y libertades fundamentales de las personas han ido apareciendo en todo el mundo hasta nuestros días. Hoy nadie duda de su importancia, y como Spinoza advirtiera hace casi cuatro siglos, la libertad de expresión es un elemento inalienable que las personas tienen por el mero hecho de existir e imprescindible para el desarrollo de la ciencia, las artes y las libertades. Cualquier intento del poder por controlarla sólo servirá para atizar los conflictos sociales. Hay plena coincidencia en la jurisprudencia internacional y las Organizaciones más significativas, como las Naciones Unidas, a la hora de considerar el atentado contra un periodista como algo más que el sólo hecho de agredir a una persona -circunstancia execrable en cualquier forma- pero agravada en el caso de los reporteros porque además supone un ataque contra la libertad de expresión. Cada episodio violento contra un periodista nos convierte a todos en damnificados porque interrumpe libertades y derechos que son de toda la sociedad.

    4. La información, un bien necesario para las víctimas de los conflictos armados.- En su más reciente abordaje sobre la protección de los periodistas, el Consejo de Seguridad de la ONU formula una clara defensa del servicio que prestan a los civiles en situación de conflicto armado: “Journalists, media professionals and associated personnel can play an important role in protection of civilians and conflict prevention by acting as an early warning mechanism in identifying and reporting potential situations that could result in genocide, war crimes, ethnic cleansing and crimes against humanity.” El Tribunal Internacional para la Ex Yugoslavia no sólo comparte este planteamiento , sino que va más allá al reconocer la importante ayuda que el trabajo de los periodistas supone para la propia acción de la justicia. Una declaración que certifica la valía del periodismo en los conflictos armados, tanto por la protección a los débiles como para la persecución del crimen: “The information uncovered by war correspondents has on more than one occasion provided important leads for the investigators of this Tribunal. In view of these reasons, the Appeals Chamber considers that war correspondents do serve a public interest.” La singularidad del trabajo de los periodistas reside en que no sólo es un bien de utilidad pública, sino también para la acción de la justicia. Los reporteros dan el primer paso y ponen la primera voz: Todas las causas que ha instruido la jurisdicción internacional penal (o las que aún están pendientes de investigación), aparecieron mucho tiempo antes en los medios de comunicación. Todo ello acarrea un enorme prestigio social a los medios de comunicación, pero también en un extraordinario coste traducido en ataques directos contra los periodistas y sus equipos o instalaciones, que siguen una senda alcista y dramática.

    5. En la era de la revolución tecnológica, ¿Qué es periodismo? ¿Quién es periodista? Las nuevas herramientas digitales han ampliado a toda la población la posibilidad de emitir información a un universo inabarcable hace apenas unos años, cambiando el sentido de una función que ha dejado de ser exclusiva de los periodistas convencionales. Paralelamente, los medios de comunicación tradicionales han perdido parte de su protagonismo, superados en muchas ocasiones por la acción ciudadana, no profesional. Internet sobrepasa el alcance e inmediatez de los medios periodísticos convencionales (prensa, radio y televisión). En su más reciente jurisprudencia, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos también incluye internet como soporte para el ejercicio de tales derechos y la delimitación de responsabilidades , mientras que la Corte Interamericana manifiesta que la libertad de expresión implica la utilización de cualquier medio que permita ponerla alcance del mayor número de destinatarios, en lo que parece una inclusión de las herramientas digitales, inexistentes cuando se redactaron los tratados. Cualquier persona, por tanto, puede convertirse en informador, hacer periodismo y, llegado el caso, puede también recurrir a las instituciones judiciales correspondientes para reclamar protección ante una violación del derecho a la libertad de expresión. ¿Importa que sea un profesional o un ciudadano quien ejerza esa función social? La jurisprudencia internacional no parece tener este aspecto demasiado en cuenta, ni otorga especial importancia al hecho de que tenga titulación académica o acreditación profesional, sea una ocupación remunerada o no, lo que deja la puerta abierta a los llamados periodistas ciudadanos, un fenómeno que ha crecido en paralelo a la revolución digital y la popularización de internet. ¿Deben ser considerados periodistas cuando emiten mensajes con el mismo criterio y utilidad? La Justicia Internacional deja las puertas abiertas cuando define genéricamente a los corresponsales de guerra simplemente como individuos que informan desde las zonas de conflictos. El Consejo de Derechos Humanos de la ONU, da un paso más y los incluye definitivamente en la misma categoría, al menos mientras dure su función como informadores. Prueba de que estamos ante un fenómeno consolidado, Reporteros Sin Fronteras incluye desde 2011 incluye a los periodistas ciudadanos en sus estadísticas sobre siniestralidad, y desde 2013 se ocupa de ellos en sus listas sobre encarcelados o detenidos por informar. Por su lado, el Comité para la Protección de los Periodistas denuncia desde 2012 los ataques que los gobiernos cometen sobre profesionales y ciudadanos sin distinción, cuando los persiguen o represalían por publicar noticias.

    6. ¿Hasta qué punto es posible mejorar la seguridad de los periodistas? Este es el objetivo de este trabajo, analizar si verdaderamente es posible mejorar la seguridad de los periodistas que trabajan en los conflictos armados. A pesar de ser civiles teóricamente protegidos por el Derecho Internacional Humanitario su condición profesional aumenta las posibilidades de resultar damnificado. Sólo en la última década, 370 periodistas han sido asesinados por hacer su trabajo, mientras menos del 5 por ciento de los casos se ha investigado judicialmente. Entre este escaso porcentaje, más del 90 por ciento ha quedado impune. Clausewitz se refirió a la guerra como un camaleón que adoptaba tres formas destructivas: la violencia intrínseca de sus componentes, la creatividad de los estrategas y la racionalidad de quienes toman las decisiones políticas. Siguiendo este molde, me atrevo a insistir en riesgo que soportan los reporteros, una triple amenaza que multiplica las que padecen el resto de los civiles, precisamente por el trabajo que llevan a cabo: Primero por la propia naturaleza violenta de la guerra, cuyo efecto destructor no respeta el estatuto de las personas cercanas; segundo por el efecto denuncia de sus informaciones, que incomoda a las partes en conflicto y recurren a toda clase de actos para silenciarlos, incluida la violencia; y tercero por la propia realidad de un trabajo tan cercano al drama, que a fuerza de contar tragedias llega a afectar al periodista en forma de estrés postraumático . Esta triple amenaza dificulta enormemente la tarea de encontrar un marco legal seguro para los reporteros de guerra.


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