La era de los computadores ha influido poderosamente en los estudios lingüísticos. El hombre se ha visto obligado a encontrar la manera de hablar con los cerebros electrónicos y de hacerlos hablar a ellos. Por primera vez las lenguas artificiales han empezado a servir para comunicarse con las máquinas de pensar y de rechazo el hombre se ha plantado de una manera nueva el viejo problema de llegar a conocer qué es verdaderamente una lengua natural, su manera propia de comunicarse con sus semejantes.
La nueva aproximación a los estudios lingüísticos comienza a principios de este siglo, cuando pasan de ser filología a ser lingüística. El primer lingüista moderno, Ferdinand de Saussure, delimita el campo de la Lingüística al afirmar que consiste en el estudio de la lengua, distinta del habla. De manera parecida a lo que sucede en un concierto musical donde tenemos la partitura, distinta de la interpretación que los músicos hacen de ella, así en los estudios gramaticales podemos distinguir el sistema y su interpretación, la lengua y el habla.
Esta distinción saussuriana, pero más profundamente comprendida, es uno de los principios básicos de la lingüística de estos últimos años. Si Saussure se fijó en lo que sucede en un concierto, los lingüistas contemporáneos prefieren fijarse en un computador. El computador es una máquina capaz de hacer determinadas operaciones porque se le ha dado un programa, es decir un conjunto de reglas o instrucciones. El computador recibe unos datos –el input de su operación-, los procesa de acuerdo con el programa recibido y produce un resultado –el output. Se estima que algo parecido sucede cuando el hombre produce el sorprendente hecho de la comunicación humana. En el hombre debe existir un programa o, con otras palabras, una competencia lingüística –competence- que lo capacite para su actuación como hablante –performance.
Pero es evidente que entre la operación del lenguaje natural y la del artificial de los computadores hay notables diferencias. Las lenguas artificiales son limitadas y rígidas, mientras que el lenguaje natural tiene unas posibilidades ilimitadas y una asombrosa espontaneidad. No obstante, parece claro que el objetivo de lingüística consiste en establecer el programa que capacita al hombre como hablante y que existe dentro de su mente. La lingüística actual da el nombre de gramática a la formalización de este programa, apartándose así claramente del punto de vista tradicional que considera la Gramática como norma exterior de la expresión correcta.
En lingüística se encuentra en clara desventaja con relación al ingeniero de telecomunicación que estudia un computador. Al ingeniero no le sería muy difícil establecer bajo que programa trabaja la máquina puesto que tiene a su alcance el input y el output de sus operaciones y conoce las limitaciones inherentes a su estructura. No le sucede lo mismo al lingüista ni aún con respecto a su propia competencia de hablante. A lo único que tiene fácil acceso es al output, al habla, pero ni conoce las limitaciones inherentes al hablante humano –limitaciones con las que hay que contar para establecer la gramática natural- y por otro lado su conocimiento del input –los datos primeros de la comunicación- es bastante confuso e incompleto.
Por todo esto la tarea del lingüista no consistirá principalmente en establecer conclusiones definitivas sino en formular hipótesis de trabajo que han de ser confrontadas con los datos para probar su validez. La Lingüística se hace así una verdadera ciencia en sentido moderno, que intentan probar la objetividad de diferentes hipótesis hasta encontrar las que puedan explicar la cercana pero desconocida naturaleza del lenguaje. Como cualquier otra ciencia moderna, la Lingüística aparece más como un quehacer que como un cuerpo doctrinal homogéneo. Hay mucho camino que recorrer para lograrlo. Pero el lingüista conoce con más claridad el objeto de su trabajo: se trata de establecer la gramática, es decir, el complejo conjunto de reglas o instrucciones que posee todo hablante y que lo capacita para transformar unos datos semánticos previos en un hecho de comunicación.
Para establecer la gramática el lingüista se examina a sí mismo como portador de ella y también se interesa por todos los hechos de comunicación que producen los que comparten con él la posesión de una gramática semejante. Es por tanto el hablante nativo la principal de sus fuentes. El lingüista actual es un hombre afortunado porque tiene a su disposición una enorme cantidad de datos recogidos por lingüistas anteriores, especialmente aquellos que pusieron su interés en la descripción de las lenguas humanas, lo mismo que los que intentaron clasificar sistemáticamente estos datos. El lingüista actual sabe que su trabajo no parte de cero sino que se une al de generaciones anteriores que en su momento estudiaron el lenguaje de acuerdo con las ideas de su tiempo, y que los esfuerzos antiguos y modernos nos van acercando al mejor conocimiento de esta prerrogativa exclusivamente humana.
En este trabajo entendemos que la escuela lingüística que ha interpretado el lenguaje de manera más radicalmente científica y moderna es la de la gramática generativa y transformacional. La escuela transformacional se asombra ante el hecho normal de que un niño pueda dominar y hacer suya sin grandes dificultades la gramática de cualquier lengua y cree que esto no sería posible de no ser que se acepte que todas las lenguas naturales parten o están fundadas en unos principios universalmente válidos e innatos a la naturaleza humana. Parece como si los datos semánticos originarios que constituyen el input de la comunicación y los procesos primeros que organizan estos datos al nivel más alto fueran los mismos para cualquier lengua natural. Parece también que las lenguas naturales se van diferenciando en las reglas y procesos que a nivel más bajo van transformando los datos primeros en hechos de comunicación. La escuela transformacional pretende lograr una descripción del proceso total, desde el momento en que el computador humano recibe los datos primeros hasta aquel en que se produce la comunicación. Esto implica revalorización de la gramática general, que había sido abandonada por los descriptivístas y estructuralistas anteriores. Seguramente será posible establecer una gramática que produzca o genere todas y solas las oraciones aceptables para un hablante nativo de un idioma determinado. Tal gramática será, como dice Chomsky, descriptivamente adecuada, pero para que sea plenamente adecuada o adecuada en su justificación, es decir, para que frente a otras gramáticas posibles de la misma lengua pueda ser considerada la gramática, la que realmente describe el programa internalizado por los hablantes nativos, tiene que estar fundado en los principios de la gramática general del lenguaje humano.
Lo que de hecho sha conseguido la escuela transformacional en sus trece años de existencia es sobre, todo el perfeccionamiento de su propia metodología a través de una serie de etapas o generaciones, junto con estudios lúcidos y reveladores de puntos particulares de la gramática del inglés. No es un hecho fortuito que la lingüística transformacional haya nacido y se desarrolle principalmente en los Estados Unidos, patria de los computadores. Por un lado el inglés es actualmente la lengua más estudiada desde cualquier punto de vista. Por otro lado, los Estados Unidos son el país que más ha favorecido los estudios lingüísticos en nuestro siglo, especialmente en su segunda mitad. Después de los pioneros Bloomfield y Sapir surgió un excelente grupo de lingüistas que fueron evolucionando desde un interés descriptivo al propiamente estructural. Durante la segunda guerra mundial el Pentágono financió estudios gramaticales con el fin práctico de perfeccionar los métodos de enseñanza de lenguas extranjeras. Tal vez la mejor obra léxica que puede utilizar todavía el estudiante de inglés o español en el Dictionary of Speken Spanish, originariamente un manual técnico de aquel ministerio. La postguerra no disminuyó las consignaciones para investigaciones lingüísticas sino que las aumentó. A consecuencia de la guerra fría los Estados Unidos quieren mantener la supremacía mundial en cualquier campo científico y de esta manera no sólo en Pentágono sino los ministerios de Comunicaciones y de Sanidad-Educación-Beneficencia dedican importantes partidas de sus respectivos presupuestos a financiar trabajos gramaticales. Por su parte el desarrollo de los computadores hace que las sociedades constructoras creen centros de investigación del lenguaje.
En los años cincuenta se publican tres importantes libros de lingüística en los Estados Unidos. En 1951 aparece la obrita de George L. Trager y Henry L. Smith, Outline of English Structure, a la que sigue el año siguiente The Structure of English de Charles C. Fries, dos obras claves del estructuralismo norteamericano. Pero el que más impacto va a producir dentro y fuera del país es Syntactic Structures de Noam Chomsky, de 1957. Chomsky era entonces un joven lingüista matemático de 29 años, discípulo del estructuralista Zallig Harris. En este libro Chomsky propone el método transformacional como superación del estructural junto con una exposición formalizada de la gramática según los procedimientos de la lógica moderna. Hoy sabemos que Syntactic Structures fue solamente un punto de partida, ya que aunque todavía no han pasado quince años desde aquella fecha, podemos decir que nos encontramos en la tercera generación de la escuela transformacional. Pero ciertamente la primera obra de Chomsky abrió un nuevo capítulo en la historia de la Lingüística y criticando o perfeccionando las primeras ideas chomskianas ha surgido una generación de jóvenes lingüistas a ambos lados del Atlántico como seguramente no ha habido otra en los tiempos pasados. También se ha acentuado el interés de las universidades por la Lingüística y se han creado nuevos Departamento en muchas de los Estados Unidos, Inglaterra, Australia y otras naciones de Europa. Han surgido excelentes revistas como Foundations of Languaje y Linguistics en Holanda, Linguistic Inquiny y Papers in Linguistics en los Estados Unidos y otras más que pueden verse en la Bibliografía de este trabajo, además de la apertura de otras revistas más tradicionales como Language y foummal of Linguistics a las nuevas tendencias.
Aunque el inglés es la lengua estudiada principalmente por la escuela transformacional, también abundan los trabajos sobre el español en forma de libros, tesis, artículos de revistas y comunicaciones, aunque a veces se puede notar que no han sido descritos por hablantes nativos.
Este interés actual por la Lingüística también ha llegado a España y su primera consecuencia puede observarse en la creación de las nuevas secciones de Filología Moderna dentro de las Facultades de Filosofía y Letras. Según las orientaciones del Presidente de la de Madrid, Don Emilio Lorenzo, las nuevas secciones deben ser el instrumento principal de la renovación de los estudios gramaticales en España, tanto de la lengua nacional como de las extranjeras. Este trabajo, realizado bajo su dirección, se une a otros muchos animados y dirigidos por él que consideran como objeto de la Lingüística el estudio de la lengua real, la que existe viva y sistemática en los hablantes nativos y los capacita para la comunicación con sus semejantes, consideración muy próxima a la de los transformacionalistas norteamericanos.
El título del presente trabajo puede parecer demasiado ambicioso, especialmente si se tiene en cuenta que la lingüística transformacional no ha llegado a establecer todavía una teoría completa del sintagma nominal. Realmente lo que en él ofrecemos es un estudio de los elementos que lo integran según se pueden encontrar en las investigaciones más recientes. Hasta cierto punto es un trabajo de recopilación y síntesis, en el que la parte más original está en la comparación del sintagma nominal inglés con el español para considerar sus semejanzas y sus diferencias. Es un trabajo realizado a través de dos cursos escolares completos en las universidades americanas de Duke e Indiana, y su autor se considera satisfecho con incorporarse activamente por medio de él a la renovación de los estudios lingüísticos promovida por el profesor Don Emilio Lorenzo.
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