Introducción.
El proyecto de investigación desarrollado bajo la dirección de los profesores, doctores, Francisco Chico Rico y José María Ferri Coll, contribuye a un mejor conocimiento tanto de un diálogo espiritual escrito en el Renacimiento, como de un instrumento muy útil en el estudio de cualquier obra literaria. Nos referimos al Diálogo de doctrina cristiana y a la Retórica cultural, respectivamente, sobre las cuales queremos llamar la atención brevemente. La obra citada cumple, en 4 días, 487 años de haber salido de la imprenta de don Miguel de Eguía en Alcalá de Henares. A día de hoy se conserva un único ejemplar de aquella edición que escapo de los rigores inquisitoriales tanto en España como en Portugal, hallado por don Marcel Bataillon en el depósito de Reservados de la Biblioteca Nacional de Lisboa en 1925 después de, como él mismo lo indica, una paciente e infructuosa búsqueda en Madrid, Sevilla, Salamanca y Valladolid. La Retórica cultural tiene un extenso campo de estudio en nuestro trabajo. Primero, en la densidad de su componente cultural en el Diálogo de doctrina cristiana donde descubrimos elementos antropológicos, históricos, y religiosos que son usados en la obra al construir las distintas partes que componen el discurso retórico. En segundo lugar, la Retórica cultural nos permite conocer la contextualización de la obra y entender el mecanismo de protección tejido por el autor para, por un lado, cuidar de su vida y, por otro, presentar las ideas susceptibles de ser objeto de una intervención censoria. En tercer lugar, nos revela la imagen que de los lectores tenía el escritor para adecuar su discurso recurriendo a la forma dialogada, siguiendo el principio de aptum, de manera que fuese posible lograr su propósito pedagógico al contraponer una voz magistral a la de sus oponentes y discípulos para lograr la adhesión de aquellos o la edificación de estos en torno a su propuesta.
Desarrollo de la tesis.
Dividimos nuestro trabajo en tres capítulos. El primero de ellos lo dedicamos a dibujar el escenario político, social, religioso/espiritual, y cultural de la Península a finales del siglo XV y comienzos del XVI, así como a desarrollar un breve apunte biográfico sobre el autor, todo lo cual constituye la situación retórica que funcionó como telón de fondo de la creación de nuestro diálogo.
En el segundo capítulo revisamos lo que hasta ese momento de la historia se conocía de la Retórica y el diálogo, pues fueron las dos “herramientas”, si se me permite usar la expresión, usadas por el artifex para la creación del Diálogo de doctrina cristiana. Sobre la primera, la Retórica, hicimos un breve viaje desde sus orígenes hasta finales del siglo XV, conociendo el paulatino proceso de transformación que sufrió en la época medieval y su florecimiento en los albores del Renacimiento. Algo diferente hicimos con el diálogo pues únicamente nos concentramos en la revisión del momento en el que se encontraba en la época que nos ocupa.
El conocimiento del contexto, del autor y de las herramientas usadas por Juan de Valdés, nos permitió dibujar, tal vez con una lente muy amplia pues abarcamos toda la Península, el «espacio de juego» en el que los diferentes participantes desarrollaron su comunicación.
En el tercer capítulo nos centramos en el análisis interno del Diálogo de doctrina cristiana. Estudiamos todo el proceso de producción, transmisión y recepción del diálogo. Dedicamos especial atención a la línea que siguió el autor en la creación de su obra por medio de las operaciones retóricas constituyentes de discurso inventio, dispositio y elocutio y la operación retórica no constituyentes de discurso de intellectio. Tratamos con mucho esmero en la inventio los argumentos con procedencia del autor, pues consideramos que serían uno de los principales aportes de nuestro trabajo al permitirnos conocer cómo tanto el bagaje cultural como las experiencias vividas por el autor, le nutrirían de los razonamientos necesarios para la elaboración de su primera obra. También llamó nuestra atención, en el argumento con procedencia de las cosas, la reunión que el autor tuvo con el arzobispo de la ciudad de Granada, aquel día de San Juan de 1526, que se convertiría en el detonante para que Juan de Valdés comenzara su proceso de elaboración del diálogo y, una vez comenzada la obra, en uno de los puntos utilizados para trazar las coordenadas de tiempo y espacio necesarias para contextualizar y dar verosimilitud al diálogo.
En el tratamiento de la dispositio observamos cómo las delicadas circunstancias sociales, culturales y religiosas guardaron una relación directa con la forma como el autor “ordeno”, según Valdés llamaba a esta operación retórica, todo el material recogido según se lo exigía el decorum o aptum. Trabajamos sobre la edición facsímil del único ejemplar que se conserva del diálogo. En esta sección incluimos un análisis de los diferentes detalles paratextuales que nos ayudaron a comprender mejor el hecho retórico. Llama la atención en este apartado el hecho de que el texto original sufre de un problema de claridad en su impresión que hace, reiteradamente, sea difícil su lectura, problema que solucionamos cotejando esa primera edición con tres ediciones posteriores. Dividimos el estudio de los argumentos en dieciséis unidades retóricas prestando especial atención a las pruebas extrínsecas que establece Aristóteles, según el autor acudiera al ethos, al logos o al pathos para sustentar sus argumentos.
El estudio de la elocutio nos reveló cómo se escribió el Diálogo de doctrina cristiana de manera clara, ordenada y sencilla. Para ello, el autor utilizó el romance castellano, aunque en los momentos que creyó necesario, tomó prestadas palabras del latín que consideraba necesarias para que le ayudasen a transmitir de una manera más clara y entendible sus propuestas, sabiendo que un sector de su auditorio, el que dominaba la situación y era en su mayoría contrario a sus propuestas, se manejaba bien en esa lengua. Notamos en la lengua castellana las inestabilidades gráficas y ortográficas propias del momento, características de una lengua que se estaba desarrollando y se abría paso ante la lengua oficial. Algunos años más tarde, el conquense ayudaría a dar estabilidad a nuestra lengua en su muy conocido Diálogo de la lengua.
La elocutio nos permitió vislumbrar las primeras pinceladas de la variante elocutiva del autor que luego depuraría en posteriores escritos. De las cuatro cualidades del estilo, adecuación, claridad, pureza y adorno, brilla por su ausencia el ornatus, pues nuestro autor, al igual que la mayoría de escritores de la época, huía de él al preferir, idea fundamental en el Renacimiento, la naturalidad. Famosa es la descripción que hace el mismo Valdés sobre su estilo: “el estilo que tengo —dice— me es natural, y sin afetación ninguna escribo como hablo”. Como es bien sabido, el “escribo como hablo” era una marca indeleble de su variante elocutiva.
Sobre la recepción de la obra, reconocemos que nos hubiese gustado ahondar más en ella; tan solo ofrecemos apuntes, que consideramos de interés y que podrían ser objeto de futuros trabajos de investigación, sobre la poliacroasis, mecanismo que nos ayuda a conocer las diferentes direcciones interpretativas seguidas por los distintos lectores de la obra objeto de análisis, afectada por la censura que sufrió, por su pronta prohibición y por su consecuente retirada de las librerías no mucho después de ser publicada.
Conclusion.
Entre los principales frutos cosechados en el estudio de nuestra obra queremos destacar los siguientes: - Demostramos cómo todo el acervo cultural —en especial el que tiene que ver con el hecho de que el autor fuese un escritor judeoconverso—, las diferentes experiencias vividas por el conquense y su cercana amistad con Erasmo ejercieron una enorme influencia sobre todo el proceso de elaboración del Diálogo de doctrina cristiana.
- Observamos cómo Juan de Valdés disimula en todo momento su condición de converso y la protección de algunas fuentes de las cuales se nutrió para escribir la obra.
- Examinamos cómo, siguiendo la preceptiva retórica que se enseñaba en la época, un autor del Renacimiento construyó una obra literaria con la estructura del diálogo, tan importante en el contexto cultural de la época.
- Descubrimos un proceso de creación, por parte del autor, consciente, cuidadosamente pensado y elaborado con elementos culturales insertos y activados en el diálogo para alcanzar su propósito perlocutivo, su meta de convicción y de persuasión en los lectores.
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