El trabajo se inscribe en la línea de investigación sobre Historia de la Vacunología que se viene desarrollando en la Cátedra de Vacunología Balmis de la Facultad de Ciencias de la Salud, de la Universidad de Alicante. Parte del estudio ha sido financiado con una ayuda a la investigación de la Fundación Española de Vacunología (FEV). El objetivo de esta memoria doctoral es analizar el impacto que tuvo en la sociedad española del siglo XVIII e inicios del XIX tanto la enfermedad de la viruela como las medidas preventivas empleadas contra ella, la técnica de la inoculación o variolización durante la centuria dieciochesca y posteriormente la vacuna. Se aborda esta temática aportando nuevos elementos escasamente atendidos hasta la fecha que ayudan a completar el panorama de la historia de la Medicina y Cirugía española de la Ilustración. La historiografía médica española ha abordado preferentemente las fuentes médicas, los textos y monografías de los autores españoles de los siglos XVIII y XIX. La presente memoria doctoral, además de revisar y aportar nuevas fuentes médicas de archivo, analiza diferentes publicaciones periódicas de gran interés para comprender con mayor claridad la relación existente entre la medicina y la sociedad del periodo estudiado. Los resultados más relevantes nos muestran que: La aceptación de la inoculación contra la viruela por parte de la sociedad y de las instituciones españolas no mantuvo una línea uniforme. El estudio constituye un observatorio para contrastar el misoneísmo médico de la época, pues su aceptación representaba un símbolo de modernidad. El número de documentos obtenidos en el periodo de estudio destinado a la introducción y difusión de la inoculación, relativo a publicaciones literarias y noticias de prensa sobre la viruela e inoculación, muestra el temprano interés que despertó la variolización en España, siguiendo la estela del trasvase de conocimiento europeo, en especial de Francia. Una transformación intelectual de la sociedad que empleó los medios de comunicación como un vector de canalización en su afán de modernidad. Entre la diversidad de mensajes emitidos en prensa y publicaciones literarias, predominan aquellos dirigidos a resaltar los beneficios que obtendría el Estado tras la aplicación de estas medidas. El objetivo era preservar la salud de la población, ya que el incremento del número de habitantes proporcionaba la seguridad de mantener la economía agrícola o los efectivos necesarios para sostener los ejércitos. La aceptación oficial de la inoculación, si bien algo tardía, facilitó el terreno para la difusión de la vacuna contra la viruela. Las noticias sobre la vacuna y sus primeras aplicaciones llegaron a España con escaso retraso al descubrimiento de Jenner. El mayor número de crónicas se condensa entre 1801 y 1802, periodo que coincide con la difusión de la práctica vacunal en la península. La rápida propagación del método vacunal no estuvo exenta de controversia. A las dificultades relacionadas con su aceptación o rechazo, se sumaron las cuestiones derivadas de la aplicación técnica de la vacuna y sus consecuencias. Se plantearon dudas sobre cómo se debía practicar la operación, cuáles debían ser sus métodos de conservación y transporte, e incluso, otras interrogantes sobre la virtud protectora de la vacuna. Se desconocía si tendría una cualidad temporal o absoluta, si sus beneficios se circunscribían sólo a la viruela o precavía de otras enfermedades o sobre sus posibles efectos adversos. Ignacio María Ruiz de Luzuriaga se convirtió en una figura decisiva en la difusión de la vacuna, no sólo en Madrid sino en toda España. Fomentó una red epistolar entre médicos, cirujanos, aristócratas y burgueses de clara mentalidad ilustrada, a los que proporcionaba vacuna y consejos sobre ella. El análisis de la correspondencia y sus observaciones sobre los progresos de la vacunación entre 1801 y 1802, permite elaborar un mapa con la distribución de las primeras vacunaciones practicadas en España. A pesar del soporte mediático, los apoyos institucionales, fundamentalmente de las academias de medicina de Barcelona y Madrid, la vacuna contra la viruela no obtuvo el éxito deseado entre las clases populares y sufrió un progresivo decaimiento. La ausencia de un modelo centralizado y la tibieza legislativa en recomendar la vacunación, propiciaron una práctica inconstante que se alargó durante todo el siglo XIX.
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