La construcción social enfermo mental, su repercusión en el individuo y familia y en los cuidados de salud mental La construcción social enfermo mental implica estigma, exclusión y marginación del actor social etiquetado como tal. Por tanto, su integración social es una necesidad tanto para él como para su familia, que debe ser atendida por la enfermera de salud mental. ¿Qué hace que la sociedad se defienda fóbicamente del paciente mental? Objetivo: Profundizar en el significado social de la noción enfermo mental, así como en las consecuencias derivadas de tal categoría social, tanto para el individuo como para la familia; y averiguar en qué medida todo ello condiciona o determina los cuidados de salud mental.
Marco teórico: Para la comprensión de los fenómenos objeto de estudio, el investigador se ha posicionado en la perspectiva del Interaccionismo Simbólico (IS) (Blumer, 1982), que provee ideas que facilitan la reflexión y ayuda a interpretar (en el sentido weberiano) fenómenos sociales y humanos (Gálvez, 2006). Esta perspectiva teorética y metodológica está estrechamente relacionada con el paradigma cualitativo e influyó considerablemente en la Escuela de Chicago (Azpurua, 2005). Inspirado en las aportaciones de Mead (1973/1999), el IS acuñado por Blumer en 1937, analiza los procesos por los cuales los actores sociales acuerdan sus conductas, sobre la base de sus interpretaciones de la realidad que les rodea. Además, se ha considerado tanto la perspectiva antropológica (Siles, 2003) como fenomenológica (Cibanal, 1991; Fernandes de Feritas y col., 2007) de la Enfermería y de los cuidados, en su aplicación al ámbito de la Enfermería de Salud Mental.
Metodología:
Marco teórico-metodológico: Se ha optado por el paradigma cualitativo (interpretativo y fenomenológico), que se centra en el estudio de las acciones humanas y de la vida social; y puede sacar a la luz cómo los pacientes mentales construyen sus experiencias a partir del trastorno mental que sufren y en relación a sus interacciones con quienes les rodean; es decir, da la palabra a quienes a menudo permanecen callados para que expongan sus puntos de vista (Mercado y col., 1999/2000; Amezcua, 2000; Tordera, 2000; Pacheco, 2007a).
Método para la obtención de datos: La Teoría Fundamentada (Strauss y Corbin, 2002) es un método de investigación cualitativa en el que la teoría emerge de los datos obtenidos en la investigación; tiene sus orígenes en la Escuela de Chicago (De la Cuesta, 2006) y proviene del IS (Amezcua y Gálvez, 2002; De la Cuesta, 2006). De esta teoría se toman prestados algunos de sus procedimientos, es decir, el potencial metodológico que ofrece la codificación (abierta y axial) y comparación constante. También se consideran los presupuestos descriptivos de la Escuela de Chicago para proporcionar una imagen fidedigna de lo que los informantes dicen, sienten y hacen.
Diseño: Investigación exploratoria, descriptiva y sincrónica, basada en métodos y técnicas cualitativas de recolección y análisis de datos.
Unidad de Observación: Área Hospitalaria Norte de Cádiz, del Servicio Andaluz de Salud, que tienen su cabecera en el Hospital General de Jerez de la Frontera, y está compuesta por dos Distritos Sanitarios (Jerez-Costa Noroeste y Sierra de Cádiz); que da una cobertura asistencial a una población de más de 427.000 habitantes. Y su Servicio de Salud Mental cuenta con una unidad de hospitalización breve, una comunidad terapéutica, una unidad de salud mental infanto-juvenil y tres unidades de salud mental comunitaria Informantes: Los informantes potenciales eran profesionales de salud mental, adscritos a la unidad de observación, pacientes mentales y familiares de éstos, que están siendo atendidos por el Servicio de Salud Mental de dicha unidad; y algunos miembros de la población (que no son pacientes, ni familiares de estos, ni profesionales sanitarios). Sin embargo, se concretaron en cuatro psicólogos clínicos, 10 psiquiatras, 12 enfermeras (cuestionarios) y otras tres del grupo de discusión; ocho pacientes mentales entrevistados y 29 más, de los que se obtuvo información que quedó plasmada en el diario de campo; siete familiares de pacientes mentales entrevistados; y 21 miembros de la población general (cuestionario).
Recolección de datos: En consonancia con el paradigma cualitativo, la recogida de datos se realizó mediante dos estrategias interactivas (Taylor y Bogdan, 1984/2002) como son la observación participante (diario de campo) y la entrevista en profundidad (con la que se pretende ahondar en los procesos de los fenómenos sociales, que se observan desde la subjetividad de los actores sociales). Además, se han empleado otras técnicas como el grupo de discusión (que permite indagar y contrastar hechos y discursos en una situación de interlocución entre informantes) y los cuestionarios (que posibilitan el acceso a informantes físicamente alejados).
Análisis de datos: Se ha centrado en la búsqueda del significado que para los actores sociales tienen los fenómenos objeto de estudio. Por tanto, la unidad de análisis ha sido el discurso del actor social interpelado. En este estudio, el análisis de datos se ha dividido en tres etapas: a) lectura y análisis sincrónico de los datos; b) comparación constante y descubrimiento; y c) lectura y análisis diacrónico. Este procedimiento se aplicó a las entrevistas en profundidad, cuestionarios, grupo de discusión y anotaciones registradas en el diario de campo. Además, para la identificación de categorías se utilizó el paquete informático NVivo 8.
Resultados y Discusión: Los datos obtenidos han sido agrupados en función de los cuatro objetivos específicos de esta investigación (1a, 1b, 2 y 3); y, posteriormente, para facilitar el apartado de la Discusión, fueron agrupados en función de las tres premisas del IS. Si bien el objetivo segundo se ha subdivido en el discurso de los pacientes y de los familiares. De tal forma, se enuncian los siguientes apartados: 1a) Los factores que intervienen en el acto diagnóstico (paradigmas de comprensión de los fenómenos mentales, elementos que intervienen en el proceso diagnóstico, consecuencias que se derivan del diagnóstico psiquiátrico). 1b) Visión social de la población general del enfermo mental (características que se le atribuyen, necesidades de los pacientes y sus familias, convivencia con el trastorno mental). 2a) Repercusiones del diagnóstico psiquiátrico para las familias (los apoyos y la atención recibida, necesidades propias y ajenas derivadas de la presencia del trastorno mental, conductas estigmatizantes). 2b) Repercusiones del diagnóstico psiquiátrico para el paciente (vivencias y situaciones que enfrentar, necesidades de apoyo, atención y soporte emocional, estigmatización atribuida y percibida). 3) Necesidades de cuidados que se derivan de la categoría social enfermo mental (satisfacción de necesidades básicas y psicosociales, el paciente mental y su entorno, cuidados psicosociales desde la perspectiva enfermera, consecuencias del diagnóstico psiquiátrico y sufrimiento familiar, construcción social enfermo mental y cuidados psicosociales, juicio clínico enfermero en salud mental, necesidades percibidas y diagnósticos enfermeros).
Conclusiones: La variedad de paradigmas (de comprensión de los fenómenos mentales), dificulta el consenso para establecer con cientificidad las nociones de salud mental, enfermo mental y caso necesitado de atención psiquiátrica.
El etiquetaje de un fenómeno conductual como patológico es una construcción social, independientemente de que pueda existir un trastorno psicopatológico subyacente (aun con las dificultades en la delimitación del objeto de estudio de la psicopatología).
El aislamiento y la falta de relaciones interpersonales, son carencias que suelen ir asociadas al diagnóstico psiquiátrico; sin embargo, la carga estigmatizadora es mayor o menor según el tipo de etiquetaje atribuido.
La falta de información respecto al trastorno mental y quien lo padece, genera fábulas y leyendas que dan una imagen distorsionada del paciente mental; al que se le discrimina y se le excluye por la diferencia y por la naturaleza de la marca enfermo mental.
Se confirma la tendencia hacia un cambio actitudinal en positivo de la población general hacia el paciente mental: comprensión y aceptación.
Al servicio de salud mental de la unidad de observación se le reclama más tiempo de atención, tanto en la consulta como en el domicilio familiar; así como programas específicos que promuevan la integración social del paciente.
La cuidadora informal, presta cuidados básicos y psicosociales al paciente mental, por ello precisa que la enfermera de salud mental le provea asesoramiento, apoyo emocional y cuidados psicosociales.
La evolución en el tiempo del trastorno mental, influye en la sobrecarga y el estrés psicosocial que soportan las cuidadoras informales, quienes ejercen un rol no suficientemente visible y reclaman mayor atención.
Persiste la tendencia al ocultamiento del trastorno mental en el seno familiar; y se infiere el temor al rechazo social y de la familia extensa.
Aunque ningún actor social está libre de padecer un trastorno mental, el rechazo social y de la familia extensa dificulta las posibilidades de integración social del paciente mental.
Se reclama el reconocimiento del sufrimiento que produce el trastorno mental, independientemente de la etiqueta diagnóstica que se le atribuya.
Las limitaciones en la autonomía personal y la baja autoestima inciden negativamente en el desarrollo de estrategias de afrontamiento de la vida cotidiana. Y por el contrario, una valoración positiva de sí mismo le permite al paciente mental minimizar las consecuencias del trastorno mental y su adaptación al medio.
El clínico debe ser consciente de que el etiquetaje diagnóstico contribuye a la estigmatización y que la contratransferencia también puede generar atributos desacreditadores del paciente mental.
El etiquetaje del diagnóstico psiquiátrico es percibido por el actor social como la incrustación de una marca, a través de la cual quedan señalados para toda la vida, que comporta descalificaciones y genera temores y recelos en los otros, que no facilitan su adaptación al medio.
Para conseguir la plena integración social, los pacientes mentales reclaman a la sociedad actitudes positivas con las que se descarte el rechazo y la discriminación y reivindican la inclusión en lugar de la exclusión.
La noción de cuidado psicosocial, según el paciente mental, incluye estar insertado en la realidad, asumir responsabilidades y compromisos, sin imponerse limitación alguna; desarrollar capacidades intelectuales, afectivas, relacionales, culturales, políticas y sociales.
Tener conciencia de que padece un trastorno, al paciente mental le permite darse cuenta de la fragilidad de las personas, de los momentos y de la vida; y a partir de esto, valora y disfruta de las cosas sencillas de la vida cotidiana; y así, partiendo de una vida que le satisface, puede aspirar a su autorrealización personal.
El predominio del modelo biomédico arrastra tras de sí las acciones enfermeras, impidiendo una mayor atención a los cuidados psicosociales.
La etiqueta diagnóstica que es la base para el posterior estigma, no forma parte de las características definitorias del individuo. No se es esquizofrénico ni obsesivo. El historial clínico no conforma los rasgos identitarios del individuo.
Se defiende el aumentar e intensificar las intervenciones enfermeras con las familias de los pacientes mentales. Se trabaja con éste a pesar de la familia, no con el paciente y la familia.
La emancipación del paciente mental está en su integración social más que en la reintegración familiar.
Los cuidados psicosociales se contemplan en las intervenciones individuales, familiares y grupales; aunque las enfermeras de salud mental no expresaron una noción del cuidado psicosocial equivalente a la referida por los pacientes mentales informantes ni a la que citan los expertos en las fuentes documentales.
La enfermera de salud mental puede ejercer una acción facilitadora y/o mediadora del encuentro entre el paciente mental y la sociedad para la inclusión de este.
Entre los diagnósticos enfermeros de mayor frecuencia en su aplicación, se echa en falta una mayor presencia de aquellos cuya unidad de cuidados es la familia, lo que contradice lo declarado respecto a la atención a las familias.
Se propone un nuevo diagnóstico enfermero de comunidad: Estigmatización, relacionada con el desconocimiento del trastorno mental y la incapacidad de acogida del paciente mental en el grupo social de referencia y manifestado por los atributos desacreditadores hacia el mismo y actitudes y conductas de rechazo, marginación y exclusión social.
Los cuidados básicos y psicosociales prestados por la enfermera de salud mental van más allá de los diagnósticos enfermeros.
La transformación paradigmática de la Enfermería de Salud Mental no debería eludir la perspectiva fenomenológica de los cuidados.
Palabras clave: Enfermería de salud mental, cuidados psicosociales, diagnóstico enfermero, Fenomenología y Enfermería, Interaccionismo Simbólico, paradigma cualitativo, salud mental, enfermo mental, paciente mental, trastorno mental, diagnóstico psiquiátrico, sufrimiento mental, estigma, estigmatización, rechazo social, integración social.
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