El yodo es un nutriente esencial. Las necesidades diarias dependen de la edad y situación fisiológica. Su deficiencia produce diversas alteraciones patológicas que se engloban dentro de los trastornos debidos a deficiencia de yodo (TDY). La consecuencia más llamativa de estos es el bocio, pero la más grave es la alteración irreversible del sistema nervioso central durante su desarrollo y todas las secuelas que derivan de la misma.
El yodo se encuentra principalmente mares y océanos. La fuente natural son los alimentos y los más ricos en este oligoelemento los de origen marino, y en menor cuantía en las plantas. A través de los productos animales pueden pasar al hombre y de estos la leche de vaca que posee mayor concentración en yodo.
El método de yodación recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para la eliminación, prevención y control de la yododeficiencia y de los TDY es la fortificación de la sal con yodo. En España, el Real Decreto 1424/1983 creó la Reglamentación Técnico-Sanitaria que regula la obtención, circulación y venta de la sal y salmueras comestibles. La exploración física mediante palpación es el método de elección para la detección de bocio en estudios poblacionales, la ecografía es más precisa pero tiene mayor dificultad en estandarización de sus valores a todas las poblaciones.
La determinación de yodo en orina es indicativo de la deficiencia de yodo de una población concreta. Otros parámetros que miden el grado de del grado de endemia de una región son la medición de TSH en recién nacidos, los valores de tiroglobulina y la ecografía.
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