El marco cultural post 11-S levanta dudas sobre la pervivencia del postmodernismo. Tanto la profusa nomenclatura de nuevo cuño como las teorías que pretenden explicar lo que está ocurriendo en el mundo de la teoría y la cultura ponen de relieve que se está dando un giro hacia valores que habían sido olvidados tras la pérdida de fe en los metarrelatos, tal como lo explicó Lyotard en La condición postmoderna: informe sobre el saber (1979).
Al aplicar el esquema desarrollado por Thomas Kuhn al objeto de este estudio, se llega a la conclusión de que, aunque se den los elementos para una revolución como las que se plantean en su obra La estructura de las revoluciones científicas (1962), la muerte del postmodernismo no da lugar a un cambio de paradigma totalmente ajustado a la noción kuhniana del término, sino que está dando paso a un deseo de recuperar el proyecto inacabado de la modernidad preconizado por Jürgen Habermas.
Al no haberse dado una revolución durante el cambio del modernismo a la siguiente fase, sino más bien una distorsión, a causa de la desconfianza hacia los metarrelatos, se podría decir que la situación postmoderna ha sido un momento postparadigmático en el que, debido en gran medida al relativismo, se desarrolló una incapacidad para dar respuestas a los problemas planteados a raíz de dicha desconfianza.
El objetivo de esta tesis es contribuir a la investigación sobre la naturaleza del cambio de paradigma producido tras la discutida muerte del postmodernismo a través del análisis de la obra de Paul Auster y Dave Eggers como representantes de dos generaciones de autores pertenecientes a fases culturales diferentes. Se pretende establecer cuáles son las raíces del cambio y las implicaciones que estas pueden tener en la cultura y sociedad, y explicar cómo dicho fenómeno se da a través de la revalorización de ideas procedentes de la filosofía del siglo XIX, y en particular del transcendentalismo americano encabezado por Ralph Waldo Emerson.
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