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Bases neuroanatómicas y neurofuncionales del trastorno de abuso de alcohol y su relación con la impulsividad, estudio mediante resonancia magnética = Neurofunctional and neuroanatomical basis of alcohol abuse disorder and its association with impulsivity, a MRI study

  • Autores: Samuel Asensio
  • Directores de la Tesis: Francisco Javier Romero Gómez (dir. tes.)
  • Lectura: En la Universidad CEU - Cardenal Herrera ( España ) en 2011
  • Idioma: español
  • Tribunal Calificador de la Tesis: Jorge Miguel Barcia González (presid.), María Muriach Saurí (secret.), Katja N Spreckelmeyer (voc.), Antonio Verdejo García (voc.)
  • Materias:
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  • Resumen
    • El alcohol es un tóxico de consumo muy difundido en nuestro medio, que puede producir intoxicación de dos formas, según exista dependencia (alcoholismo crónico) o sólo abuso (intoxicación etílica aguda). En España, según datos de la Encuesta Estatal sobre el uso de drogas en Estudiantes de Enseñanzas Secundarias (ESTUDES) en jóvenes de 14 a 18 años en 2006, los adolescentes empiezan a consumir alcohol a los 13,8 años de promedio (DGPNSD, 2007b). El alcohol es la sustancia psicoactiva más consumida en la sociedad española y la que más problemas sanitarios y sociales ocasiona. Actualmente, muchos jóvenes tienden a beber mucho en un corto periodo de tiempo, lo que se conoce en la literatura médica como "binge drinking". Las intoxicaciones etílicas en menores durante los fines de semana han aumentado en los últimos años. Según un estudio de la Sociedad Española de Urgencias Pediátricas, el 48,6 % de los menores de 12 a 18 años atendidos por intoxicación en urgencias hospitalarias, había consumido alcohol y/o drogas ilegales (DGPNSD, 2007a). Desde la clínica a menudo se observa que los pacientes con diagnóstico de abuso de alcohol presentan básicamente un déficit de control de impulsos (más que un problema de dependencia física al alcohol) que les lleva a no poder frenar el consumo una vez éste se ha disparado, presentando un patrón de consumo a base de atracones o (mucha cantidad de alcohol ingerida en un corto período de tiempo) periódicos pero no necesariemnte frecuentes, siendo común el consumo en fines de semana. Por todo ello, es necesario conocer las posibles alteraciones cerebrales que llevan a estos pacientes a no poder reprimir el consumo. La descripción de dichos marcadores neurales sería de gran ayuda a la hora de buscar un tratamiento preventivo que frene el consumo de alcohol en fases previas a la dependencia. También es muy interesante conocer el correlato neural de los trastornos de conductas impulsivas a la hora de diseñar programas de prevención. Dadas las conductas de riesgo asociadas a la intoxicación de alcohol como las conductas agresivas, accidentes de tráfico, hospitalizaciones, etc. y dado el gran perjuicio que esto supone para la sociedad, urge conocer los correlatos cerebrales que favorecen dichas conductas para sí poder llevar a cabo programas de prevención y tratamientos más efectivos. La impulsividad se define como el "comportamiento que es llevado a cabo con poca o inadecuada previsión" (Evenden, 1999). En el ámbito de la neuropsicología, la impulsividad ha sido asociada con el término de "desinhibición" refiriéndose a la idea de que algunos mecanismos de control "top-down" (es decir, de niveles superiores más cognitivos a niveles inferiores más perceptivos o motores) suprimen respuestas automáticas (guiadas un refuerzo) que no son apropiadas para las demandas actuales (Aran, 2007). Esta impulsividad puede tener dos orígenes: una posibilidad es que los efectos neurobiológicos del consumo crónico de drogas cause un decrimento del autocontrol, posiblemente causado por el efecto deletéreo de las drogas sobre la estructura cerebral de la corteza prefrontai(Bechara, 2003; Goldstein and Volkow, 2002; Porrino and Lyons, 2000). Este desgaste puede ser debido a la neurotoxicidad (muerte neuronal) o a la disminución del tejido nervioso. Estudios de neuroimagen estructural y post-mortem en grupos de sujetos adictos han establecido reducciones regionales del volumen cerebral y de las densidades de sustancia gris y blanca asociadas al consumo de muchas sustancias de abuso (Cowan et al., 2003; Chanraud et al., 2007; Lyoo et al., 2006; Matochik et al., 2003; Thompson et al., 2004). Incluso sin observar dichos cambios macro-celulares, se han observado un gran número de alteraciones micro-celulares incluyendo alteraciones de la microestructura de la SB (Chung et al., 2007; Lim et al., 2002; Lim et al., 2008; Pfefferbaum et al., 2009; Romero et al., 2010), cambios en la expresión génica, efectos en la neurogénesis y sinaptogénesis que pueden causar un fallo gradual del control inhibitorio. Estudios en animales han demostrado que la administración de drogas pueden inducir déficits cognitivos en tareas de control inhibitorio relativamente rápido (Jentsch et al., 2002; Ricaurte et al., 2000; Robinson and Kolb, 2004). consumo de drogas. De hecho, un control inhibitorio deficiente puede ser un marcador de vulnerabilidad para el desarrollo de trastornos por abuso de sustancias, que predisponga a tener experiencias tempranas de consumo recreacional, o a pasar más fácilmente de un consumo recreacional a una dependencia. Hay que tener en cuenta que ella importancia de las variables de personalidad o neurocognitivas puede variar entre las distintas fases de la adicción, desde la iniciación en el consumo, a un consumo regular, a la dependencia incluso más tarde en las recaídas (Kreek et al., 2005). De ninguna manera, estas dos alternativas (alta impulsividad como factor predisponente o como consecuencia del consumo) son excluyentes: los consumidores pueden tener personalidad impulsiva antes del consumo, y esta impulsividad puede verse exacerbada por el consumo de drogas. No obstante, la caracterización de los marcadores de vulnerabilidad es de vital importancia para detectar sujetos con alto riesgo de desarrollar adicción para implementar tratamientos o intervenciones orientados a evitar que dichos sujetos se inicien en el consumo evitando así los efectos tan devastadores de la drogodependencia. Los modelos neurocientíficos de adicción cada vez prestan más atención a la vulnerabilidad. Basándose en la evidencia de que la iniciación en el consumo de drogas normalmente empieza durante la adolescencia, Chambers et al. (Chambers et al., 2003) propusieron que ésta constituye un período de alto riesgo para el desarrollo de trastornos por abuso de sustancias debido a la relativa madurez de los sistemas subcorticales (responsables del procesamiento del refuerzo y la motivación), comparado con la relativa inmadurez de los sistemas corticales prefrontales (responsables del control inhibitorio, sobre las respuestas de los sistemas subcorticales). De la misma forma, el modelo de la "acción motivada" (Ernst et al., 2006) explica las conductas de riesgo de los adolescentes como resultado de una mayor madurez del estriado ventral (sistema de refuerzo) comparado con la de la amígdala (sistema de miedo-evitación) y la corteza prefrontal (sistema de regulación). Estos modelos teóricos se ven apoyados por estudios longitudinales de RM estructural que revelan las diferentes trayectorias madurativas entre distintas regiones cerebrales en el cerebro adolescente (Lenroot and Giedd, 2006; Toga et al., 2006). Además, esto ha sido confirmado por estudios que han tomado medidas de toma de riesgo combinado con fMRI en grupos de niños, adolescentes y jóvenes adultos (Bjork et al., 2004a; Bjork et al., 2004b; Ernst et al., 2006; Eshel et al., 2007; Galvan et al., 2006). El consumo de alcohol se ha asociado consistentemente con niveles altos de impulsividad. Por un lado, estudios recientes han mostrado que sujetos dependientes de alcohol tienen altas puntuaciones en las subescalas de urgencia (tendencia a actuar impulsivamente en respuesta a los eventos negativos) (Whiteside and Lynam, 2003), búsqueda de sensaciones (Bjork et al., 2004a), la UPPS y también en medidas más tradicionales como el test de Barrats (Mitchell et al., 2005). Por otro lado, aparte de estas medidas subjetivas de impulsividad, los test neuropsicológicos (medidas objetivas) indican que el consumo de alcohol está asociado con deficiencias en múltiples formas de impulsividad. Sujetos dependientes de alcohol han mostrado altas tasas de error por comisión en paradigmas como el Continuous Performance Test (CPT) y Go-NoGo (Bjork et al., 2004a; Kamarajan et al., 2005), tiempos de reacción aumentados en la tarea de Stop Signa/ (Goudriaan et al., 2006), y tasas más altas en tareas de De/ay-Discounting (Mitchell et al., 2005; Petry, 2001; Vuchinich and Simpson, 1998). Los consumidores de alcohol también presentan deficiéncias en tareas cognitivas de impulsividad-refleja (MFFT) (Weijers et al., 2001), toma de riesgos (Bjork et al., 2004a), y toma de decisiones según el IGT (Dom et al., 2006; Fein et al., 2004; Mazas et al., 2000). Las medidas de impulsividad han sido correlacionadas con varios índices clínicos de alcoholismo incluyendo la edad de inicio de consumo de alcohol o consumo severo (Bjork et al., 2004a; Dom et al., 2006; Soloff et al., 2000) y medidas de severidad del alcoholismo (Mitchell et al., 2005). Es más, alcohólicos tipo 2 (caracterizados por una alta densidad de alcoholismo familiar, impulsividad también se encuentra exacerbada por características antisociales de personalidad y patologías previas al consumo (Mazas et al., 2000; Petry, 2002; Whiteside and Lynam, 2003). Además, los déficits en impulsividad cognitiva en pacientes alcohólicos no correlacionan con la duración de la abstinencia, y persisten incluso 6 años tras abandonar el consumo (Fein et al., 2004). La alta impulsividad en consumidores de alcohol se ha asociado a una conducta sexual de mayor riesgo (Justus et al., 2000) y un mayor riesgo depresentar intentos de suicidio (Koller et al., 2002). Un peor rendimiento en la toma de decisiones en eiiGT y en la Cambridge Gamble Task se han asociado también con recaídas a los 3 meses de seguimiento en alcohólicos que asistían a un programa de rehabilitación residencial (Bowden-Jones et al., 2005). Por todo ello urgen estudios que demuestren que parte de esta impulsividad puede ser previa al trastorno adictivo y que examinen su correlato nural para sí mejorar los tratamientos en las primeras fases de la adicción y los programas de prevención.


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