La presente tesis doctoral está dedicada al estudio de la filosofía de la religión que el monje budista japonés Kiyozawa Manshi (1863-1903) elaboró entre los años 1888 y 1893. Antes de centrar nuestra atención en el análisis de dicha materia hemos dedicado una extensa parte de este ensayo a introducir la historia de la era Meiji, exponer las características del budismo de dicho periodo, las peculiaridades de la lengua nipona durante esa época, así como la historia y las enseñanzas principales de la corriente budista de la Tierra Pura. Todas esas secciones tienen como propósito principal ofrecer una visión panorámica que contextualice la filosofía de la religión de Kiyozawa Manshi. Con este fin también hemos elaborado una biografía del bonzo Shin en que presentamos a grandes rasgos su decurso vital y el conjunto de su pensamiento. A lo largo de este trabajo esperamos haber mostrado la originalidad del sistema filosófico de Kiyozawa, en donde se unen principios y corrientes de la tradición budista con teorías filosóficas occidentales. Como hemos expuesto en la tesis doctoral, Kiyozawa fue buen conocedor de la obra de Immanuel Kant (1724-1804), Herbert Spencer (1820-1903), Hermann Lotze (1817-1881) y otros pensadores occidentales cuyas tesis le sirvieron para dar forma a un pensamiento que, al mismo tiempo, se asienta sobre principios budistas. La filosofía de la religión de Kiyozawa es, además del fruto de una personalidad sin par, reflejo de las peculiaridades de la era Meiji, etapa histórica durante la cual Japón asimiló, en un breve espacio de tiempo, numerosos elementos de la cultura occidental. Del mismo modo, los razonamientos de Kiyozawa son el resultado de esa unión entre tradición autóctona y modernidad occidental. Peculiaridad que también se aprecia en el lenguaje que utilizó, mezcla de japonés clásico, vocabulario tradicional budista y neologismos creados con el fin de traducir conceptos occidentales. En este sentido, Kiyozawa aprovechó las posibilidades que le ofrecía el crisol lingüístico en que se convirtió el idioma japonés de finales del s. XIX, estableciendo unos ambiguos juegos conceptuales que, en ocasiones, bordean los límites de la traducibilidad. Ejemplo sobresaliente de ese cruce de culturas y tradiciones de pensamiento lo constituye su teoría del alma, en donde se unen las tesis kantianas sobre la razón pura, con la reinterpretación que de éstas hizo Lotze, además de los postulados sobre la inmortalidad del alma de Henry Drummond (1851-1897) y las teorías de Eduard von Hartmann (1842-1906). Todo esto interpretado, en última instancia, bajo el prisma de algunas tradiciones budistas del Asia Oriental. Sin duda esta hibridación teórica constituye la respuesta de Kiyozawa al reto que entonces significó para los bonzos japoneses la entrada de las corrientes filosóficas europeas en el País del Sol Naciente, cuando muchos de sus conciudadanos consideraban estas enseñanzas foráneas superiores a las oriundas. Sin embargo, no hay duda de que esta filosofía de la religión también es fruto del entusiasmo del bonzo Shin, de su pasión, por la filosofía occidental, al igual que por el pensamiento budista. Esto explica por qué motivo sus ensayos sobre filosofía de la religión no caen en la comparación superficial y simplista entre las dos tradiciones, sino que son el resultado de un considerable y meditado esfuerzo intelectual que hibrida ambas.
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