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Resumen de Génesis y legitimación del pensamiento histórico

Enric Puig Punyet

  • El tiempo en el que opera la percepción histórica del mundo occidental, a partir del cual afirmamos que vivimos “en el tiempo”, se entiende como lineal, objetivo, absoluto, simultáneo y espacializado. Y estas cinco características se ven esencialmente afectadas a partir de ciertas constataciones: la primera es que, dado que el único elemento a partir del cual se puede medir el tiempo (en sus variantes astronómicas, mecánicas y atómicas) es circular, surgen problemas acerca de la linealidad; igual sucede con la objetividad si se cae en la cuenta de que el tiempo que se percibe internamente (regido por los ritmos circadianos y la dialéctica termodinámica entre generación y corrupción) no sirve para medir este supuesto tiempo externo; el único criterio a partir del cual se puede establecer un único tiempo entre los sujetos A y B es el movimiento terrestre y sus derivaciones, lo que pone en duda el carácter ontológico de la característica de absolutidad y, en consecuencia, también de simultaneidad; por último, resulta cuanto menos sospechoso que el tiempo, que se entiende popularmente como independiente del espacio –aun cuando nada se mueve, se afirma que el tiempo pasa–, sea siempre dependiente de éste para su correcta medición. Se evidencia, por lo tanto, que el tiempo bajo el que el hombre se rige de manera sistemática, y sobre el que afirma categóricamente que no hay reinterpretación posible, se vuelve problemático ante evidencias que ponen en tela de juicio sus características más intrínsecas. Ante esta inexactitud en la propia definición, se propone en las páginas que siguen un recorrido a través de las distintas concepciones que han forzado el concepto hasta evidenciar que su estructura más fundamental puede no ser como suele creerse. El objetivo del presente trabajo es doble, y sus dos partes dan cuentas de esta duplicidad. Por un lado, se realiza un análisis de la acepción absolutista del concepto de “tiempo”, acepción que ha pasado a ser desde la modernidad la única forma en la que Occidente vive el fenómeno de la temporalidad. Para ello, se analiza a la luz de las alternativas de comprensión de la temporalidad que diversas aproximaciones teóricas han propuesto: primero, en formulaciones prenewtonianas; segundo, en formulaciones físicas contemporáneas; tercero, en formulaciones fenomenológicas y ontológicas contemporáneas. Todo ello ofrecerá un mapa al lector del marco en el que se produjo la legitimación de la acepción absolutista del concepto de “tiempo” en frente de todas las demás, y finalmente dará cuentas de cómo este proceso de legitimación operó intersubjetivamente hacia una profunda transformación del concepto. El reverso del mismo objetivo fundamental de este trabajo reside en un trabajo arqueológico –en sentido foucaultiano– de los motivos por los que se transformó el concepto y llevó a Newton y a Kant a la necesidad de legitimar una transformación que, en realidad, había tenido lugar gradualmente por contingencias históricas. Se hallarán las bases para tal transformación en tres importantes contingencias históricas que han caracterizado profundamente el mundo occidental: el patriarcado, el monoteísmo judeo-cristiano y el capitalismo.


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