En la medida en que la representación conlleva semánticamente la idea de adoptar un rol para hacer presente y dar voz a un personaje, la teoría literaria ha utilizado con frecuencia el concepto para referirse a la forma en que un escritor recurre a unos determinados roles a fin de distanciarse de su propio ser. Como sabemos, el término persona, etimológicamente, se refiere a: "máscara de actor", "personaje teatral" y "personalidad, persona". Por lo tanto, si ser persona es también adoptar una máscara para hacer presente y darle voz a la propia personalidad, ¿no podríamos aplicar también ese concepto a la forma en que los poetas adoptan, en el poema, unos papeles particulares para obtener visibilidad y ser escuchados? A mi me interesaba detenerme en la forma en que una mujer determinada construye un yo poético: cómo teje su representación literaria estableciendo una dialéctica entre el propio ser y la imagen que proyecta. Alejandra Pizarnik aludió en "Solo un nombre", al problema aquí planteado: "alejandra alejandra / debajo estoy yo / alejandra". Pizarnik parece aceptar el desdoblamiento entre el ser y el personaje, al hablarnos de Alejandra, debajo de la cual está yo, también Alejandra. Así, el nombre es la máscara de identidad (personaje, verdad literaria) y yo es intimidad (verdad subjetiva). Pero, ¿de qué forma ese yo ha creado, construido, un personaje poético que lo represente (hable de sí y de su espacio vivencial) en el contexto del poema configurado como escenario?, y ¿cómo es ese personaje poético?El propósito principal de esta tesis ha sido la indagación biográfica y el examen de textos autobiográficos en estrecha relación con las obras poéticas de cuatro autoras hispanoamericanas: María Eugenia Vaz Ferreira, Delmira Agustini, Alfonsina Storni y Julia de Burgos. A lo largo de la investigación de dicho proceso dialéctico (entre el propio ser y su representación) intervinieron múltiples factores, la mayoría enraizados en un imaginario que precede a estas autoras, es decir, heredado, que ellas adoptan, pero también matizan, invierten, subvierten o del que ironizan abiertamente: mitos, arquetipos, imágenes, figuras femeninas creadas por el imaginario tradicional. Pero más que desentrañar los roles conocidos a los que ellas acuden para definir su identidad, mi propósito era examinar sus capacidades de aventurar roles hasta entonces inéditos, contribuyendo decisivamente a la gestación de un nuevo imaginario de lo femenino, uno en pugna con el imaginario convencional reservado a las mujeres. Estas autoras representan un fiel testimonio de una época especialmente restrictiva con las mujeres y estrechamente relacionada a aquella "maquinaría simbólica", como la llama Pierre Bourdieu, que ha predeterminado lo femenino, algo también violento a un nivel psicológico y emocional, ya que muchos de esos símbolos/arquetipos/mitos/modelos femeninos patriarcales no son precisamente positivos: la identidad femenina ha estado adherida a un sinnúmero de imágenes especulares estrechamente dependientes de ideologías en la mayoría de las veces misóginas. Por lo tanto, me comprometí a estudiar a estas cuatro poetas considerándolas sobre todo como sujetos culturales, sujetos que sufren un confinamiento dentro de esa "maquinaria simbólica", situación que las lleva a reinventarse como sujetos en su poesía.
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