Esta investigación doctoral se tituló Bienes Comunes y democracia. Hermenéutica crítica de las instituciones del procomún. Su argumento se basó en el proceso de re-descubrimiento de los bienes comunes, que está dando pie a la consolidación de un nuevo enfoque interdisciplinar. Se trata de una respuesta teórica y práctica ante la unilateralidad de la racionalidad económico-estratégica, que busca el cercamiento del procomún bajo un equívoco argumento trágico, lo que lleva a su inevitable localización en la lógica bipolar público-estatal o privado-mercantil. Cabe un lugar preponderante en este nuevo enfoque a la escuela de análisis institucional de Elinor Ostrom, que ha roto con el determinismo dominante para situar a los comunes en el campo de las experiencias de ordenamiento social e institucional, con mayor o menor grado de formalidad, pero invariablemente arraigadas a la facticidad de las costumbres. Junto a ella, este enfoque se nutre de las posibilidades que abre la nueva economía del conocimiento, que permite su desarrollo como paradigma socioeconómico, desde la óptica de las redes descentralizadas y colaborativas (Lessig, Bauwens, Stallman). Los aportes de la historia y sociología económica nos muestran que la economía colaborativa, del don o de la reciprocidad tiene un larguísimo recorrido, por lo que su estudio debe ir mucho más allá de la focalización en las oportunidades que abre esta nueva ciencia informática (de Moor, Federici, Linebaugh, Harvey, de Sousa Santos). De ello dan cuenta las discusiones en el campo de la filosofía del derecho (Rodotà, Mattei), la filosofía política (Rancière, Subirats, Bensaïd, Negri y Hardt) y especialmente en ecología política (Gorz, Bollier y Helfrich, Hoeschele). De allí que el debate se decante hacia su evidente dimensión ética, ya sea desde la óptica de la teología o las distintas doctrinas comprehensivas del bien (Hart, Boff, Houtart, Glasman) como también desde las éticas cívicas y aplicadas (Benkler y Nissenbaum, Himanen). En este nivel cabe destacar sus potencialidades como contexto social adecuado para la acción moral virtuosa. El posible estatuto teórico y práctico de este enfoque tiene dos niveles. En un primer plano cabe pensarle como teoría procedimental de la justicia, que abre a una tercera dimensión institucional, más allá de la lógica del Estado de bienestar o del Estado mínimo. Se trata de una crítica radical a la noción individualista y exclusivista de propiedad, para afirmar su función social. De esa forma se le puede considerar un aporte a las estrategias innovadoras de superación de la pobreza y cohesión social. En un segundo nivel se le debe analizar como un paradigma hermenéutico-crítico, ya que abre a una forma diferente de racionalidad (Rodotà) basada en la valorización de la relacionalidad humana. Este segundo nivel redescubre los bienes comunes en tanto sistema de deberes mútuos, que permiten la concordia discors, propia de la insociable sociabilidad humana.
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