La preeclampsia (PE) es una patología especifica del embarazo que afecta a un 5-10% de estos. Aunque se la considera una enfermedad de las fases iniciales de la gestación, se manifiesta clínicamente a partir de la semana 20. Caracterizada por hipertensión, proteinuria y edema maternos, aumenta la morbimortalidad perinatal porque los fetos sufren retraso del crecimiento intrauterino y prematuridad. Aunque el cuadro clínico está ampliamente caracterizado, la etiología de la enfermedad es desconocida, están involucrados factores genéticos, inflamatorios, inmunológicos y ambientales que provocan una serie de alteraciones que conducen a una disfunción endotelial, un desequilibrio vasomotor y un desarrollo placentario deficiente. La placenta es un elemento clave en el desarrollo de la PE ya que puede aparecer en embarazos sin feto presente (embarazo molar) y una vez se ha instaurado, la única cura posible, es la finalización del embarazo. Durante la gestación normal, el trofoblasto invade los vasos uterinos y los remodela, transformándolos en tubos laxos de alto flujo y baja resistencia que aseguran un aporte sanguíneo adecuado a la placenta y el feto. El mantenimiento de la vasodilatación en estos vasos es fundamental para su remodelación. En PE, esta invasión es muy superficial y la remodelación falla, por ello no caen las resistencias ni se modifican los vasos, dando lugar a un aporte sanguíneo muy deficiente al feto. La vasodilatación tiene lugar mediante la liberación local de oxido nítrico (ON) que a través de su segundo mensajero, el GMP cíclico, evita la contracción de las fibras musculares que rodean el vaso, manteniéndolo por tanto dilatado. En PE, se ha detectado una disminución del cGMP y los nitritos en orina por lo que se sabe que existe vasoconstricción por falta de factores vasomotores (ON-cGMP). Una terapia para mantener la vasodilatación es administrar sildenafilo (SC), inhibidor selectivo de la fosfodiesterasa 5, enzima encargado de degradar al cGMP, así produce vasodilatación porque mantiene su concentración intracelular. SC ha sido testado en numerosos estudios animales donde ha demostrado ser un potente vasodilatador y no tener efectos nocivos sobre los fetos. Material y métodos. En un modelo animal de PE desarrollado en rata, mediante inhibición crónica de la síntesis de ON, con L-NAME, probamos la eficacia del tratamiento con SC. Lo administramos a baja dosis y desde el inicio de la gestación, para que actúe en el proceso de invasión y formación de la placenta. Evaluamos la tensión arterial, la evolución del peso y la mortalidad pre- y post-natal de la descendencia y su desarrollo neurológico, función hemodinámica materna y fetal mediante ecografía Doppler. Resultados. La administración de SC desde el inicio de la gestación a baja dosis, corrige el cuadro materno de la PE, ya que normaliza la tensión arterial y la proteinuria. En cuanto a la hemodinámica materna, normaliza los índices de resistencia de las arterias uterinas gracias a la vasodilatación que provoca su administración. En la descendencia, al administrarlo en el modelo de PE, mejora el retraso del crecimiento fetal aunque no lo corrige por completo, elimina la mortalidad intra-útero y mejora la supervivencia hasta la edad adulta. En cuanto a la perfusión al feto, el modelo de PE reduce la cantidad de sangre que llega al corazón fetal y al administrar SC bajan las resistencias en los vasos fetales (ductus venoso) por lo que mejora la perfusión. Conclusión. La administración desde el inicio y a baja dosis, elimina el síndrome materno de la PE y mejora la condición fetal. más estudios son necesarios para poder administrarlo a pacientes con PE temprana o con antecedentes de insuficiencia placentaria como profilaxis.
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