Durante el pasado siglo, hemos sido testigos de una gran evolución, tanto en el desarrollo de la fabricación del vidrio que ha permitido la creación de nuevos tipos, como de la gran evolución constructiva, que ha originado el aumento de las superficies acristaladas, con respecto a la superficie total del cerramiento, siendo su utilización una práctica arquitectónica cada vez más frecuente. Pero hoy día, el acristalamiento usado convencionalmente en viviendas no alcanza la eficiencia energética deseable en una casa de máximo ahorro energético. La justificación de la presente investigación está, por tanto, en intentar mejorar este comportamiento y reducir el consumo energético en edificios, más concretamente en viviendas, acercándonos lo más posible a un edificio con una mayor eficiencia térmica, un ahorro de energía y una contribución a la disminución de las emisiones de CO2. Es por ello por lo que se plantea la necesidad de la investigación sobre nuevos tipos de vidrios. Los vidrios utilizados actualmente (bajo emisivos y de control solar) tienen un comportamiento óptimo frente a condiciones concretas de invierno o de verano, resultando desfavorables en otras. Debido a ello se plantea el estudio de vidrios capaces de cambiar sus propiedades según ciertas condiciones, que llamaremos “vidrios dinámicos” o “inteligentes”. Este nuevo campo, aún en proceso de investigación y de comercialización, aporta un tipo de vidrio capaz de responder favorablemente a las demandas de mejora energética, y son los denominados “vidrios con fluido circulante en la cámara” o “vidrios con agua en circulación”, consiguiendo el confort térmico con un bajo consumo energético gracias a la circulación de un fluido al paso por su cámara, que en este caso es el agua.
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