En las últimas décadas está apareciendo una homogeneización en toda Europa de un patrón de consumo de alcohol por parte de los jóvenes caracterizado por (Anderson y Baumberg, 2006; Cortés y cols., 2007, 2008; Farke y Anderson, 2007; IAS, 2007; Kuntsche y cols., 2004; OED, 2007): un inicio más temprano, la ingesta de cantidades elevadas de alcohol, concentrada en pocas horas, asociada con momentos de ocio, con pérdida de control y períodos de abstinencia entre episodios. Diferentes instituciones como la OMS o el Parlamento Europeo proponen incrementar la investigación en dos ámbitos: las consecuencias reales derivadas de este patrón, y en estrategias y programas eficaces frente a este consumo. Respecto del primero, la investigación demuestra que estos patrones de consumo durante la adolescencia alteran procesos de maduración neurológica, provocando consecuencias específicas a nivel bio-psico-social, que dificultan el desarrollo hacia la edad adulta (Brown y cols., 2000; Chambers y cols., 2003; Guerri, 2007; Kahler y cols., 2005; Tapert, 2007; Winters, 2004). En segundo lugar, el análisis y los esfuerzos de intervención con estos consumidores deberían fundamentarse en un acercamiento teórico coherente (Cortés 2010; Huchting y cols., 2008; Oei y Morawska, 2004), como la Teoría de la Conducta Planificada (TPB) de Ajzen (1985, 1988, 1991, 2001). En la presente investigación se elaboró un cuestionario basado en esta teoría para analizar los factores cognitivos, motivacionales y conductuales que propician que los jóvenes realicen un consumo intensivo de alcohol. Este instrumento se administró a 589 estudiantes de ESO, Bachillerato y estudios universitarios. El path-analysis corroboró la utilidad del modelo propuesto para explicar la conducta de Consumo Intensivo de Alcohol (CIA) en jóvenes, mostrando que las relaciones entre los elementos del modelo son estadísticamente significativas y de signo positivo, excepto entre Control Percibido e Intención o Consumo. El 68.4% de la muestra realiza CIA según los criterios del Ministerio de Sanidad y Consumo (2008). La media de edad de este grupo es de 17.97 años, los varones consumen significativamente más gramos que las mujeres y tienen una media de edad significativamente menor. Los jóvenes CIA muestran una mayor probabilidad de consumir de ese modo dentro de los siguientes seis meses y hacerlo con una mayor regularidad, superando cualquier contratiempo que pueda impedir esa conducta. Conforme se incrementa el nivel de consumo aparece una evaluación más positiva (Actitud) hacia esta conducta, calificándola los CIA como divertida, agradable, deseable y satisfactoria. Los CIA buscan con este patrón de consumo mejoras en su relación con los demás y emocionales. Sin embargo, los niveles de consumo que realizan son tan elevados que muy difícilmente van a poder alcanzar esos resultados. Además, el reconocimiento de la probabilidad de aparición de problemas es inversamente proporcional a la cantidad de alcohol consumido. Sería necesario ajustar en los jóvenes CIA las creencias que presentan sobre los verdaderos efectos de esta sustancia en función de la cantidad consumida o del nivel de alcoholemia alcanzado, así como del aumento real de riesgo que puede suponer incrementar los niveles de consumo. La presión percibida por parte de los referentes generales y específicos es baja, aunque es mayor entre los jóvenes CIA. Entre los referentes concretos destaca la familia como agente protector del CIA, al otorgarles la mayor importancia en sus opiniones. Por último, los CIA señalan erróneamente disponer de un Control sobre la conducta similar al de los jóvenes menos consumidores. Esta ambigüedad también aparece reflejada cuando indican que este control sólo depende de ellos o que está únicamente bajo su control, pero señalan mayor cantidad de situaciones concretas en las que reconocen que es más fácil perder el control.
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