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Mundo simbólico y sugestión ritual: magia y curación en los textos hititas.

  • Autores: Juan Antonio Álvarez-Pedrosa Núñez
  • Localización: Huelva arqueológica, ISSN 0211-1187, Nº 19, 2004 (Ejemplar dedicado a: Actas del III Congreso Español de Antiguo Oriente Próximo), págs. 89-112
  • Idioma: español
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  • Resumen
    • Los rituales de curación hititas suelen tener mucho que ver con la magia, si es que podemos discernir hasta qué punto la magia y la medicina son conceptos que se puedan separar en estas épocas. En cualquier caso son rituales que buscan una transformación objetiva de la realidad con propósitos positivos, pues conocemos las graves condenas que pesaban sobre la magia realizada con propósitos perniciosos. Estos rituales, que son "actividades y acciones que comportan un significado social o psicológico que va más allá del simple valor práctico que puedan tener', igual que la mayoría de los textos rituales hititas conservados, tienen la interesante particularidad tipológica de ser enormemente explícitos y conservan con una minuciosa pulcritud descriptiva todos los pormenores de la actividad ritual que se había de llevar acabo, por que, por lo que podemos deducir, estos textos son "informes rituales", y están destinados a resolver problemas similares que se puedan presentar en el futuro. Como es bien sabido, no ocurre así en todas las tradiciones religiosas, por lo que estos textos nos dan una información preciosa acerca de la religión hitita y podemos deducir de los textos muchas cosas, como por ejemplo, la visión del mundo del hombre hitita y la repercusión que el lenguaje simbólico religioso tiene dentro de su vida cotidiana.

      Para comprender mejor las características generales de los textos rituales hititas hay que hacer varias observaciones de carácter metodológico.

      En primer lugar, los rituales hititas crean un universo simbólico en donde van a operar la aludida transformación de la realidad. A nosotros nos cabe desentrañar dicha dimensión simbólica de los objetos de la realidad, lo que en ocasiones es sencillo, pues se trata de símbolos de carácter universal, pero en otras ocasiones el símbolo sigue siendo un enigma, pues su vinculación con la realidad que representa puede ser de carácter cultural y no universal, por lo que su interpretación nos es confusa. Hay que añadir que el hombre moderno tiene un universo simbólico muy degradado, por lo que la interpretación de muchos símbolos nos es muy dificultosa. Otras veces, los redactores de los informes rituales han sido caritativos con los hombres de la posteridad y enuncian explícitamente el valor de los símbolos, puesto que la enunciación tiene un valor ritual primario: se transforma en símbolo una parte de la realidad mediante la palabra creadora del sacerdote u operario del rito y esto, afortunadamente, queda consignado en el informe ritual.

      Una vez constituido el universo simbólico, sea por enunciación o por asunción tácita, se actúa sobre éste, de modo que la operación transformativa sobre los símbolos, transforme del mismo modo la realidad. Se trata de una concepción analógica de la realidad: sobre el reflejo especular del mundo real, que es el mundo simbólico, se opera una transformación y se espera que ésta revierta en el mundo real. La analogía operativa es un criterio esencial en la interpretación de los ritos y se lleva a cabo fundamentalmente mediante tres criterios:

      La similitud Un elemento es tomado como símbolo de una realidad del mundo material porque se parece a éste o sus propiedades son asimilables a él.

      La contigüidad. Un elemento que ha estado en contacto con otro se identifica con él. Normalmente se aplica a elementos corporales o ropa de los sacrificantes, de modo que se puede operar con dichos elementos que representan o simbolizan al sacrificante y dicha operación actúa sobre él de un modo analógico.

      La sustitución. Un elemento no sólo se toma como símbolo de otro sino que se le declara su sustituto a todos los efectos rituales, de modo que a dicho sustituto se le transfieren todos los efectos, normalmente perniciosos, que en la vida real podrían afectar a su referente.

      Por otro lado, el universo simbólico creado mediante todas estas operaciones enunciativas, tiene una estructura propia que quiere reflejar la realidad. Esta se concibe como un equilibrio bien ordenado de pares de elementos opuestos en los que un polo está caracterizado por rasgos positivos: el bien, lo puro, lo fértil, mientras que el otro polo presenta rasgos negativo, el mal, lo impuro, lo estéril. El mundo real reposa sobre un orden adecuado de los dos polos. La enfermedad, la disensión, el peligro se conciben como una alteración del equilibrio natural de dichos pares, de modo que el ritual simplemente seria la operación que se realiza sobre el universo simbólico destinada a restablecer el equilibrio natural que debe reinar entre los polos de elementos opuestos.


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