Padecer este síndrome implica tener dificultades para mantener una conversación, presentar estados de descontrol emocional o resistirse a cambios en la rutina. El artículo explica la intervención llevada a cabo desde el departamento de orientación para que un alumno que sufre este trastorno reciba la respuesta educativa adecuada y evitar, así, su aislamiento.
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