El aprendizaje es un proceso social y afectivo (no sólo individual y cognitivo). En una sociedad bifronte e instalada en el doble lenguaje (principios democráticos vs. competencia, estereotipos y exclusión), al subsistema escolar se le asignan funciones contradictorias, lo cual genera posiciones defensivas, tensiones y competencia inter-centros. En este marco, existe el riesgo de que los alumnos de minorías étnicas reciban mensajes ambiguos o de "doble vínculo', tanto de sus propios padres como de los profesores y compañeros, y sobre todo al vivenciar un contexto que -bajo apariencia democrática- es segregador. Estos mensajes paradójicos generan perplejidad, tienden a bloquear sus aprendizajes académicos y les llevan a "des-vincularse" (abandono del colegio, que confirma su relegación social). Las alternativas pasan por que los distintos agentes apostemos decididamente por los vínculos sociales y afectivos.
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