El CRM exige que las empresas no ya repiensen sus procesos, sino pensar de forma diferente. En esta nueva filosofía las compañías deben entregar al cliente nada menos que el mando de lo que van a producir. Ya no se trata de poner el foco en el catálogo de productos de la compañía, sino en las necesidades de los clientes, que no siempre son las mismas, ni tampoco eternas.
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