Según una investigación, casi la mitad de los altos directivos afirman su-frir estrés. Cuando se les pregunta la causa suelen atribuirlo a la globaliza-ción. Pero, tratando de profundizar en el asunto, las razones profundas se orientan a culpar al impacto de las tec-nologías, a los nuevos competidores, a los inversores lobales y a los clientes, cada día más formados, informados y exigentes. Entre las conclusiones de la investigación se pueden citar: la percep-ción por parte de un tercio de los direc-tivos de que sus sueldos son «injusta-mente» inferiores a los de sus superio-res, la gestión bajo el «capitalismo del accionista» es relativamente nueva, al menos para la mayoría de los directivos europeos y el reconocimiento de que «no hay nada mejor ahí fuera» pronos-tica una adaptación pragmática, aun-que no una convicción corporativa por la que los directivos vayan a luchar.
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