María Dolores Redondo Alvarado, Francisco González de Posada, Francisco A. González Redondo
En 1900, el Ingeniero de Caminos Leonardo Torres Quevedo ha alcanzado un lugar preeminente en la ciencia española debido al notable reconocimiento de su capacidad inventora en la vecina y científicamente desarrollada Francia; de hecho, ha concluido el edificio teórico y las demostraciones prácticas estrictas de sus máquinas de calcular analógicas. Con el cambio de siglo, pasa a dedicarse a otro ámbito de estudio, la Aeronáutica; en particular la Aerostación, presentando desde 1902 sucesivos proyectos de dirigibles que supusieron contribuciones originales a la solución del problema mundial de la navegación aérea, y de los cuales su sistema autorrígido de 1906 constituyó la principal aportación en su campo hasta el final de la I Guerra Mundial.
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