Para que la evaluación de la Educación Superior sea realmente útil ha de inscribirse en un marco de investigación amplio centrado en el desarrollo y validación de un modelo de calidad universitaria del que derivar indicadores relevantes. La calidad de la educación viene definida aquí por un conjunto de relaciones de coherencia entre los componentes de la Universidad concebida como un sistema. De ahí se plantea que una de las dimensiones que debe considerarse en cualquier proceso evaluativo, junto con la eficacia y la eficiencia, es la funcionalidad, entendida como expresión del cumplimiento de las funciones que la sociedad asigna a la Universidad y que se identifica con la satisfacción de determinadas necesidades y expectativas. El artículo se centra en esta dimensión que, aunque crucial, es compleja y frecuentemente olvidada. Para ello se identifican las principales funciones de la Universidad española y se presentan algunos ejemplos de indicadores de funcionalidad.
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