Carlos María Rodríguez López-Brea
Es un hecho innegable que la economía eclesiástica sufrió un duro golpe durante el reinado de Carlos IV. Los fraudes en la recaudación de los diezmos, cada vez más escandalosos, y hasta cierto punto consentidos por la autoridad civil, los elevados donativos que la Monarquía exigía al clero bajo el manto de bulas papales, y las primeras desamortizaciones de tierras de la Iglesia, crearon un profundo malestar en el estamento eclesiástico (bien visible en Toledo y en Sevilla, las dos diócesis regidas por el cardenal Borbón, primo del Rey), que en muy pocos años se distanció de la Monarquía de don Carlos y de su favorito Godoy.
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