El desarrollo, la educación y la participación siempre han formado parte de la historia de la humanidad. Todas las sociedades del pasado y del presente han establecido pautas para convivir, para aumentar las posibilidades de subsistencia de la comunidad, e incluso, para mejorar la calidad de vida del grupo y de los individuos. Los tres conceptos se constituyen en la red primaria de las necesidades más importantes que todos los seres humanos desean satisfacer. Evidentemente, no significa lo mismo en distintos períodos históricos ni tienen el mismo valor para comunidades o culturas diferentes.
Así pues, parece necesario hacer una serie de reflexiones introductorias sobre los tres conceptos tratados para las personas dedicadas a la educación, a la cooperación o al trabajo en distintos ámbitos de la solidaridad local e internacional, de modo que no nos dejemos engañar por las apariencias de las palabras, cayendo en la trampa tan conocida de creer que basta con invocarlas para resolverlo todo.
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