Matar al mensajero siempre ha resultado tentador para según quién. La razón primigenia es obvia, culpar al que cuenta, no al que hace. El autor de esta milenaria historia de internet (que ya está llegando a su fin) reflexiona sobre su nuevo motivo. La explosión de una herramienta como YouTube parece hacer innecesario al transmisor de contenidos, al contador, al periodista. Los protagonistas pueden contar directamente su versión. Con ello, el mensajero se hace menos necesario y por tanto no es preciso protegerle e incluso puede ser saludable eliminarlo. Por otro lado, podemos pensar que es mejor que cuente las cosas aquel que sabe hacerlo y es imparcial, o menos parcial que otros.
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados