Del hechicero de la tribu invocando a la lluvia con su danza alrededor del fuego llegamos al niño mexicano gordito que grita "¡ya güeeeeey!" antes de que su amigo lo tire al río para lucirse ante la cámara. Es un resumen absurdo, sobre todo en su segunda parte, del recorrido por la historia de la representación de la realidad que nos propone el autor en su nuevo capítulo de la historia milenaria de internet. Como grandes hitos intermedios, el sacerdote y el actor. Por suerte, el pobre niño mexicano y su tonto amigo (más de 25 millones de visionados en YouToube), están acompañados en la red de muestras de talento transformador que no precisan de hechiceros, sacerdotes ni actores.
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