Imponiéndose una estricta moral del cuidado de sí, un hombre consigue escapar a una enfermedad mortal. Los principios de la cura personal son convertidos por él en doctrina. El rigor de esa doctrina acaba con la vida de su esposa. Abandonado a sí mismo y a sus remordimientos, pide socorro a sus amigos... Este es el argumento de El inmoralista, de André Gide, y del problema mayor de la ética que plantea: ¿cómo apropiarse de sí sin perder al otro? Mediante una lectura hermenéutico-existencial de esta obra, el presente artículo plantea un análisis y una explicación de esta paradoja.
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