Sabiendo que no existen recetas milagrosas, se valora que como formadoras y formadores debemos estar en actitud de cambio y de adaptabilidad, ser empáticos, en postura de escucha activa y selectiva, aplicar nuestras competencias y habilidades, ser asertivos, con un pensamiento fl exible, en proceso de continua formación tanto especializada como informal (jerga, tecnologías, movimientos culturales, nuevas inquietudes...): de este modo podremos dar una atención individualizada, específi ca, y conectar lo más rápidamente posible con los menores vulnerables, en riesgo o confl icto, estableciendo una relación cercana pero con límites y normas bien clarifi cados, huyendo del paternalismo y la sobreprotección, buscando ser objetivos y que ellas y ellos se den cuenta de la posibilidad de cambio, de mejora, de elección, de qué camino están llevando y si son felices con él.
Un error habitual y normal se produce cuando observamos un confl icto y rápidamente valoramos el origen; el hecho de que los menores puedan consumir, o consuman, puede ser un confl icto pero si queremos dar con �el problema� debemos analizar los porqués: el consumo no es sino un síntoma de que existe un confl icto más grave que debemos atajar para que de un uso no pase a abuso o adicción, haciendo que la situación sea más compleja para intervenir.
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