En este artículo se argumenta acerca de la relación entre formación docente y modelo pedagógico en el que debe desarrollarse la función profesional, indicando que no existe una forma general y que cada modelo exige un tipo de profesional distinto. De todas las características que pueden diferenciar los modelos tecnológico y constructivista, se eligen las existentes entre conducta y acción para indicar la importancia de comprender la brecha que supone decantarse por uno u otro a la hora de exponer los objetivos en los procesos de enseñanza-aprendizaje. Se subraya la intencionalidad unida a la acción y ausente en la conducta como la idea madre que nos puede llevar a una mejor fundamentación del currículo, dejando de lado las capacidades que siempre han estado unidas a un sesgo psicologicista. Todo esto nos lleva a incidir en la importancia que tiene en la formación del profesorado el esfuerzo por mejorar la conciencia de las intenciones que guían las acciones educativas y su la relevancia cuando tengan que organizar procesos de enseñanza-aprendizaje en su futura vida laboral.
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