Este trabajo pretende analizar las posibilidades y limitaciones a la hora de incorporar los avances de la investigación y de las evaluaciones externas, para actualizar y mejorar la normativa educativa. Para ello, se presentan las fuentes que aportan datos cuando se establece una norma educativa. Se reconoce la complejidad de esta tarea que exige tener en cuenta variables diferentes, entre otras: fundamentos socioantropológicos, el modelo de administración y de profesorado, y el estado de la cuestión en los diferentes campos del saber. Se advierte de posibles reduccionismos que se dan cuando se prima una única fuente sobre las demás. Posteriormente, se hace un análisis de las resistencias que hay para incorporar este conocimiento en la norma, destacando las resistencias de tipo psicológico e ideológico. Igualmente, se describen las limitaciones derivadas de la dificultad de transferencia entre diferentes cultural, así como aquellas que provienen del mismo diseño de investigación y evaluación. Se hace un repaso de diferentes campos en los que hay evidencias empíricas que avalarían una actualización de la normativa, tales como las prácticas de la evaluación externa, la rendición de cuentas y la autonomía de los centros, así como el papel de la Educación Infantil en la mejora del aprendizaje. Se reconoce, sin embargo, que no existen suficientes evidencias que avalen la eficacia del aumento progresivo, a partir de un cierto nivel, del gasto por alumno; tampoco hay suficiente evidencia empírica sobre cómo debe de ser un enfoque del currículo basado en competencias. Por último, se resalta la importancia del liderazgo y la preparación de directivos, inspectores y administradores de la educación a la hora de redactar, interpretar y aplicar la normativa educativa actualizada
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