La institución escolar está en cuestión. Este artículo intenta analizar las razones. Las crecientes expectativas que las familias vuelcan sobre la escuela han encontrado como respuesta una tal acumulación de tareas para la institución que las respuestas ofrecidas hasta ahora han provocado un estado de fuerte insatisfacción social, la cual se ha retroalimentado al verse unas estructuras escolares que apenas han cambiado desde el siglo xix, la respuesta más extendida y aceptada está siendo la de heterogeneidad de la oferta, dar a cada uno lo que quiere o a lo que puede acceder. Sin embargo, ese modelo puede acabar impactando muy negativamente en algunos de los pilares básicos de la educación como son la equidad y la cohesión social. La otra gran respuesta a la situación sería volver a construir unos objetivos compartidos de manera muy general por la sociedad (y, con ellos, unas formas de evaluarlos que marcarían a su vez unos modos de alcanzarlos que no tienen por qué ser monolíticos). En un contexto de inacabable pelea política en torno a la educación, los Consejos Escolares Autonómicos y el Consejo Escolar del Estado se convierten en un instrumento crucial como lugar de encuentro en el que definir ese concepto común de calidad que señale el camino, sin el cual toda la evidencia científica del mundo sobre buenas y malas prácticas se quedará en esfuerzos aislados
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