Los combustibles biomásicos se derivan de material vegetal de origen reciente. Su combustión insuficiente produce gran cantidad de compuestos nocivos, los cuales en altas concentraciones podrían causar la muerte. Debido a esta combustión incompleta, se libera una gran cantidad de sustancias orgánicas de carácter diferente a las propias del combustible, existiendo 7 categorías mayores que se han utilizado para la determinación de la calidad del aire. Partículas suspendidas totales (TSP), monóxido de carbono (CO), hidrocarburos, óxidos de azufre (SO), óxido de nitrógeno (NO), ozono y plomo (1,2). La cantidad de contaminantes depende de varios factores, los cuales se han clasificado en aquellos que involucran el diseño, localización y/o la operación de la estufa en donde se quema el combustible y aquellos concernientes al propio combustible (3). En la mayoría de hogares rurales y tortillerías de Guatemala, el uso de fuego abierto está muy difundido y tiene especial importancia porque produce contaminación ambiental intradomicilar, exponiendo familias enteras a sus efectos nocivos. Una tortillera profesional se estima que está expuesta por un período mayor siendo aproximadamente 5 horas diarias; a diferencia de una ama de casa la que se estima se expone de 2 a 3 horas diarias. Ya se han iniciado estudios sobre este problema en nuestro país; uno realizado por el INCAP en 60 viviendas de áreas rurales, investigándose concentración de CO y niveles de carboxihemoglobina sanguínea; y por la Universidad del Valle, relacionada a la contaminación con plomo. Este estudio proyecta el análisis de la concentración de varios gases en el ambiente de las cónicas de las tortillerías, el análisis del esputo de las tortilleras, las secreciones nasofaríngeas de niños menores de 5 años de edad con infección respiratoria aguda que acuden al Hospital General San Juan de Dios y la determinación de los niveles de carboxihemoglobina.
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados