Norberto Mínguez ofrece Un marco conceptual para la comunicación corporativa con el fin de aclarar el significado de los términos: identidad, imagen y reputación corporativa � respectivamente � lo que nos pareció interesante y muy necesaria a la praxis de la comunicación, pues también nos preocupan las múltiples «posturas» y «posiciones» señaladas por Raúl Fuentes (1999, p. 56) que prevalecen en la comunicación organizacional, en detrimento del acuerdo en torno a conceptos fundamentales.
Si coincidimos en que detrás de una buena teoría no pueden faltar nociones claras que ayuden a sustentar nuestras acciones sobre cimientos conceptuales, entonces minimizar el caos conceptual denunciado por Mínguez es necesario e impostergable.
Sin embargo, una revisión documental de su propuesta lleva a concluir que, lejos de la promesa de delimitar el significado del trío de términos, el autor arroja piedras al estanque de la confusión terminológica manifiesta al proponer nuevas definiciones y acepciones cuando, en realidad, estamos necesitados de acuerdos mínimos, pero fundamentales. No hay otra manera de que teoría y práctica vayan de la mano.
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