Con cierta frecuencia, cuando recibimos a profesionales en nuestras clases de máster, escuchamos afirmaciones como «cuando realmente he aprendido a ser maestra ha sido cuando me he preparado las oposiciones», «lo que aprendí en la carrera no me ha servido de mucho», «a ser maestra solo se aprende cuando empiezas a trabajar». Los estudiantes de docentes transitan por una universidad centrada en la enseñanza y no en el aprendizaje. Una enseñanza fragmentada en disciplinas, donde a través de clases magistrales se transmiten conceptos teóricos, que el alumnado debe memorizar para reproducir en un examen y frecuentemente olvidar, ya que no consiguen relacionarlos con su futuro profesional. Y es futuro porque así se entiende y visualiza. Es una preparación para la práctica profesional y no desde la propia, inmediata y paralela experiencia en los centros escolares.
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