Las escuelas rurales han desempeñado un papel muy importante en la historia de la educación, ya que han dado respuesta a una población que, por las condiciones de origen –contexto rural-, difícilmente hubieran tenido acceso a este bien común. Estas escuelas han sido subestimadas o, en todo caso, han sido consideradas escuelas de segunda clase respecto a las escuelas urbanas. Esta jerarquía responde al imaginario social de valorar más lo urbano que lo rural, y de esperar más –eficiencia social- de la población y escuela urbanas que de las rurales. A ello hay que añadir el impacto del discurso neoliberal en las escuelas rurales que, de un modo u otro, tiende a reforzar el determinismo social en pro de la conquista de la excelencia. Las políticas educativas actuales están poniendo al límite a las escuelas rurales, casi a la espera de su propia muerte. Pese a ello, su valor educativo no puede ser silenciado.
Rural schools have played an important role in the history of education, because they have responded to the needs of a population that, due to its conditions—the rural context—, would otherwise have had great difficulty in obtaining access to this common good. These schools have been undervalued or, in any case, have been seen as second-class schools compared to urban ones. This hierarchy is a response to the social stereotype of valuing the urban more than the rural, and of expecting more—social efficiency—from the urban population and schools than from rural ones. To this we should add the impact of neoliberal discourse in rural schools, which, somehow or other, tends to reinforce social determinism in the pursuit of the conquest of excellence. Current educational policies are stretching rural schools to the limit, almost to the point of their deaths. Nevertheless, their educational value cannot be silenced.
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