En 1996 recibí una llamada de Carlos Paldao —para entonces editor de laRevista interamericana de bibliografía de la OEA—, quien estaba organizando unnúmero dedicado al cuento breve2. En esa llamada, Paldao comentó que la revistaEkuóreo había sido mencionada por el maestro Edmundo Valadés en su artículo“Ronda por el cuento brevísimo”3. y que dada la importancia del maestro enrelación con el género, un número dedicado al cuento breve. No podía dejar deinvestigar esa mención; sin embargo, Paldao llevaba ya un año buscando en vanoinformación al respecto. Es por esta razón que en la Editorial apareciómencionada Ekuóreo como “una ‘revista’ casi utópica”.
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